14 enero, 2010

EL PILOTO MALAGUENO JESUS PINTO SOBREVIVIÓ AL TERREMOTO DE HAITÍ TRAS PASAR LA NOCHE AL RASO EN UN APARCAMIENTO.

Escape del infierno
JULIÁN ROJAS / EL PAÍS 14-01-2010
Jesús Pinto, un piloto español que pudo salir de Haití tras el terremoto, junto a su mujer y su madre en su casa de Málaga

"Una nube de polvo cubría Puerto Príncipe"

FERNANDO J. PÉREZ - Málaga - 14/01/2010

Jesús Pinto estaba ordenando su maleta en la habitación 38 del hotel Hat de Puerto Príncipe, un establecimiento de tres estrellas -tres estrellas para los estándares haitianos- cuando la tierra comenzó a temblar. "Perdí el equilibrio y enseguida noté que era un terremoto, así que salí disparado hacia la calle, a buscar el campo abierto", cuenta este piloto malagueño de 29 años que reúne horas de vuelo trabajando para la aerolínea Tortugair, una compañía regional con base en Puerto Príncipe.

La habitación de Pinto se encontraba en el último piso del hotel y durante el minuto largo que calcula que duró la primera sacudida, temió que todo el edificio cediera bajo sus pies. Por suerte para él y para sus compañeros de trabajo, el inmueble, de 40 habitaciones y situado en la falda de una pequeña colina, aguantó el tiempo justo para poder ser desalojado. "Al llegar a la calle, hicimos un reconocimiento visual para ver si estábamos todos bien", cuenta. A partir de ese momento, sobre las cinco de la tarde en Haití, Pinto se topó de bruces con el caos.

"Cuando salimos del hotel, lo primero que noté es que una nube de polvo cubría toda la ciudad, como una boina". A continuación, empezó a calibrar la magnitud de la tragedia. "Había muchos heridos cubiertos de sangre, y vi a gente llorando, desconcertada y otros que iban de un lado para otro sin saber qué hacer. Otros cantaban o rezaban", relata. El joven, que pudo salir del país a la mañana siguiente con rumbo a Santo Domingo y llegó este jueves a primera hora a Málaga, no tuvo tiempo de ver cadáveres. "He procurado no ver muertos, es algo terrible".

Una hora después del primer temblor, el teléfono de Jesús sonó. En la pantalla, un número español. La compañía telefónica Voilà, una de las dos operadoras del país, no había perdido del todo su red y permitía recibir llamadas. Al otro lado estaba Bárbara, la esposa del piloto, que reside en Málaga, y que no se había enterado aún de la catástrofe. Pinto tuvo el tiempo justo de tranquilizarla antes de perder la comunicación.

El grupo pasó la noche al raso en el aparcamiento del hotel hasta el amanecer del miércoles. Un compañero piloto que había volado desde Santo Domingo en un avión con material para intentar recuperar las telecomunicaciones básicas del país se ofreció a llevarle a la República Dominicana.
En los dos kilómetros que separan el Hotel Hat, con la fachada ya destruida, y el aeropuerto de Toussaint-L'ouverture, no quedaba un edificio sano. Una vez en el aeródromo, sólo volaban helicópteros de la ONU en vuelos de reconocimiento. Según Pinto, las comunicaciones de control aéreo funcionaban medianamente, y la pista desde la que tantas veces había despegado y aterrizado con su Let 410 de fabricación checa y capacidad para 19 pasajeros, estaba en buen estado.

"Afortunadamente, pudimos salir de allí sin problemas", afirma. Una vez en el avión que le llevaba a Santo Domingo, comenzó a darse cuenta de la suerte que había tenido. Hoy por la tarde, su hermana ha dado a luz un niño en el Hospital Materno Infantil de Málaga, a 6.800 kilómetros del infierno.

1 comentario:

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