20 marzo, 2009

LAS CARICATURAS QUE EL NEW YORK TIMES PAGÒ POR NO PUBLICAR....

Steve Brown
AlterNet
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

La siguiente imagen de Kissinger (de David Levine) es una de las 320 ilustraciones – de 142 de algunos de los artistas contemporáneos más aclamados del mundo – que el propio New York Times había encargado originalmente para sus páginas de opinión editorial, pero que rechazó en lugar de publicarlas, y terminó por pagar más de un millones de dólares en “honorarios de anulación” para ocultarlas a la vista del público (a veces durante hasta 38 años).
¿Qué es lo que el New York Times no quería que vierais?
¿Podéis imaginar ilustraciones tan “blasfemas,” tan “políticamente embarazosas,” tan sexualmente “atrevidas” que el New York Times pagara gustosamente una fortuna sólo para proteger vuestros delicados ojos de ser expuestos a ellas?

Encontraréis cientos de semejantes ilustraciones supuestamente “no aptas para ser publicadas” – juntas con los motivos estrafalarios y a veces risibles para suprimirlas – en un nuevo libro avispado y deliciosamente divertido llamado “All The Art That’s Fit to Print (And Some That Wasn’t)” [Todo el arte apto para ser publicado (y un poco que no lo era)”, de Jerelle Kraus, ex Editora de Arte de las páginas de opinión editorial del Times, quien dejó a regañadientes su “trabajo soñado” en el Times después de 13 años para publicarlo.

Y tenemos suerte de que lo haya hecho. Su libro (publicado por Columbia University Press) rescata 320 impresionantes ilustraciones por 142 de los artistas gráficos más provocativos del mundo, incluidos
David Levine, Jules Feiffer, Ronald Searle, Milton Glaser, Charles Addams, Maurice Sendak, Edward Gorey, Ralph Steadman, Larry Rivers, Saul Steinberg, Ben Shahn, Art Speigelman, Andy Warhol, Garry Trudeau, y muchos más.

La publicación de esas ilustraciones debería haber sido una ocasión de orgullo y regocijo en el Times. En su lugar, muchos fueron excluidos por editores asustadizos – a menudo sólo minutos antes del cierre de la edición.

¿Qué espantó a esos mundanos editores del Time?
La señora Kraus, uno de los directores artísticos con más antigüedad de la página de opinión editorial del Times (ha habido 27), dice que los editores del Times estaban convencidos de que los ilustradores siempre trataban de engañarlos de alguna manera, siempre conspirando para hacer pasar declaraciones sexuales o políticas ocultas. De modo que frecuentemente atenuaban el arte editorial hasta casi vaciarlo por completo – aunque, irónicamente, los artículos que ilustraban eran a menudo audaces e impactantes.

Aunque la administración del Times creía que la pluma era más poderosa que la espada, tenía una sospecha desasosegada de que el arte podría ser más brutal que la pluma. Eso resultó en insólitas censuras de último minuto – especialmente de caricaturas de gente famosa, contra las que existía una prohibición antigua y enigmática. “Se podía escribir algo, y ser todo lo mordaz que se quisiera,” dice Kraus, “pero no podías dibujarlo.”

Por ejemplo, esta ilustración bastante benigna de Bill Clinton, por Robert Grossman de 1994, como cruzado (que probablemente le hubiera gustado a Clinton) fue rechazada por el antiguo Editor Ejecutivo del Times, Howell Raines, porque “es una inicua caricatura de un presidente en funciones” – a pesar de que el editorial que ilustraba era mucho más inicuo.
La ilustración de George W. Bush por Ward Sutton – sudando (literalmente) los resultados de la elección de 2000 - fue considerada poco halagadora para la majestad de su cargo. (No se supone que los presidentes de EE.UU. suden.) De modo que el trabajo sólo pudo ser publicado después que las gotas de sudor ofensivas fueron eliminadas de la frente de Bush – junto con lo que el artista haya querido decir.
Otro ejemplo de la imaginación bastante fértil del Editor Ejecutivo Raines: Cuando se le presentó un dibujo de Nancy Stahl de una bombilla de alumbrar con un símbolo de copyright arriba (para un comentario editorial sobre patentes), exclamó: “¡No podemos publicar un pecho desnudo con un pezón!”

Incluso Andy Warhol, quien en esos días era indiscutiblemente uno de los artistas más famosos del mundo, podía ser censurado. En 1980, el periódico encargó a Warhol la ilustración de un editorial poco halagador sobre Ted Kennedy como “personaje nebuloso.” Pero su ilustración fue rechazada por la dirección como “sin sentido” – a lo que Kraus respondió (en voz baja) que tal vez podrían limitarse a publicar sólo la firma.
Frecuentemente la malicia intencional de un artista palidece en comparación con lo que se imaginan los editores, quienes parecen encontrar falos fantasmas en los sitios más extraños. En 1996 Milton Glaser dibujó un extraterrestre ardiente para un editorial del Día de San Valentín que describía fantasiosamente el amor intergaláctico. Fue eliminado porque la dirección dijo que la nariz del extraterrestre “parecía una parte tabú del cuerpo humano.”

Esta ilustración de un artículo sobre estética fue rechazada por desnudez inaceptable – escandalizando al artista de Belgrado Jugoslav Vlahovic. “Publico dibujos como ése todo el tiempo en este país comunista,” dijo.


La broma elegantemente sardónica de David Sutter, encargada para un artículo sobre el desdén con el que los ejecutivos ven al poder legislativo en EE.UU., no logró pasar la prueba del gusto – es decir ofendía la dignidad del gobierno de EE.UU. (y al New York Times).


La interpretación por el humorista de Ohio George Kocar del pedido de Ronald Reagan de dinero para misiles alarmó a los editores – pero no por la nariz nuclear o los ojos ciegos. Lo que selló su suerte fue que reducía a un presidente de EE.UU. a la condición de mendigo.



El termómetro de Cathy Hall de 1996 debía ilustrar las brutales fluctuaciones en el tiempo (es decir, muestra más de 90 grados F [32º C], pero está rodeado de nieve). Fue eliminado, en los últimos segundos antes del cierre de la edición, cuando un editor objetó: “¡Es una eyaculación!” dijo.

Éste es uno que los editores desearon que hubieran eliminado. Justo antes de la primera Guerra del Golfo, en 1991, esta representación de Sadam Husein de David Levine apareció bajo el título “La ascendencia del hombre.” El Times fue inundado por tantas quejas de árabes-estadounidenses que tuvo que instalar una línea telefónica separada con una disculpa grabada.

Un retrato relativamente benigno de Idi Amin por el artista peruano Carlos Llerena Aguirre fue considerado una acusación “demasiado severa” de los asesinatos de su propio pueblo por el tirano ugandés – a pesar de que el artículo se mostró mucho más feroz en su condena. De nuevo, puedes decirlo, pero no puedes dibujarlo.


Y la imagen, por Brad Holland, de una rata suicida, para un artículo sobre viviendas de bajo coste en Manhattan, fue rechazada, dijo el editor, por “ir demasiado lejos” (no importa lo que haya querido decir).


No hay comentarios: