02 marzo, 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE: UN BUEN RETRATO DE LA GLOBALIZACIÒN...

Si tuviera que resumir de qué se trata esta película diría que de los contrastes de la llamada globalización capitalista: los oropeles de una sociedad de consumo junto a la miseria más inhumana
Olmedo Beluche Para Kaos en la Red 1-3-2009 247 lecturas


UN BUEN RETRATO DE LA GLOBALIZACION
Por Olmedo Beluche
Sin pretender ser un experto en cine, que no soy, creo que nunca antes me había sentido más acorde con la premiación de los Oscar (es) que este año, que ha acertado al galardonar la película del director Danny Boyle, Slumdog Millionaire (Quisiera ser millonario). Tal vez bastaría con decir que, al finalizar la película en la pequeña sala, los asistentes reaccionamos espontáneamente con algo pocas veces visto en los cines panameños, un fuerte aplauso.

Debo agregar que en las últimas semanas, guiados por mi hija Natalia, nos dimos a la tarea de ver las películas nominadas a esta premiación que desde enero se exhibieron en Panamá: primero, El curioso caso de Benjamin Button, y luego, El Sustituto.

Sobre la primera coincidimos Natalia y yo que destacan la labor de maquillaje, ambientación y vestuario (reconocido así en la premiación). Particularmente las transformaciones físicas experimentadas por el personaje central actuado por Brad Pitt. Pero la historia como tal no logró la narración mágica que sí tuvo el guionista en su anterior Forrest Gump, quedándose la cosa en algunos consejos (en realidad tópicos) sobre la vida.

También tuvimos una opinión concordante sobre la segunda que, si bien la historia es interesante, máxime que se basa en un hecho real y hace parte del cine de denuncia y reflexión que viene desarrollando Clint Eastwood, la actuación de Angelina Jolie dejó mucho que desear.
Pese a que Natalia la considera una de las mejores actrices, nos parecieron poco convincentes las escenas del duelo por la desaparición del hijo. Tal vez el problema estuvo en dónde deberían estar los énfasis de la historia: el impacto sicológico por la desaparición de un hijo o en la denuncia de la corrupción de las autoridades policiales de Los Ángeles. La película empieza por lo primero pero termina deslizándose completamente a lo segundo.

Pero con Slumdog Millionairees lo contrario, este filme te gana enseguida (no la voy a contar): la trama sumerge al espectador en una tensión que no se resuelve hasta el final; la belleza de las imágenes incluso (o especialmente) cuando se enfoca sobre los lugares más pobres, más feos o los hechos más brutales que se pueden ver en el mundo de hoy; los personajes son increíblemente convincentes y reales, tal vez porque no son actores profesionales.

Si tuviera que resumir de qué se trata esta película diría que de los contrastes de la llamada globalización capitalista: los oropeles de una sociedad de consumo con sus lujos tecnológicos, junto a la miseria más inhumana que se pueda imaginar, todo en el perímetro de una misma ciudad; el boato petrificado en bellos rascacielos y la abusiva explotación del trabajo infantil, uno al lado del otro; la corrupción y el egoísmo elevados a valores supremos conviviendo con el amor y la lealtad en la misma acera; la pobreza rampante de la que sólo se escapa sumiéndose en el sueño colectivo inducido por la televisión gracias a un concurso.

“Vaya a ver la película, allí sale la India tal cual es”, le recomendaba un hindú de paso por Panamá a mi compañera. Sí, es la India y es Mumbay, tal cual. Pero también podría ser Panamá, San Pablo, Johannesburgo y, por qué no, Chicago o Nueva York. En ese sentido la película alcanza la universalidad de las grandes obras que, siendo muy locales, cualquier ciudadano del mundo se siente identificado en ellas.

Lo mejor es que, mostrando toda la brutalidad y la miseria que el sistema puede generar, no le queda a uno ese sabor amargo y ni le invade la depresión que otros filmes del mismo género producen. Pienso en algunas películas brasileñas que han abordado temas semejantes. Seguramente esto lo logró el director con el sabio manejo del humor, otro ingrediente indispensable en el buen arte.

Además, y esto es importante, el final feliz de la historia no induce al espectador a creer que la cruda realidad se la supera con la “buena suerte” de Cenicienta, o el “trabajo duro”, o en la “tierra de las oportunidades”, o “con el sueño americano”, como suele hacer el cine de Hollywood que, al final, es burda propaganda sistémica.
No diré nada más. Sólo recomendar que “Vaya a verla”, como dijo el hindostán. Es la India, pero también es el mundo de hoy, el de la globalización neoliberal.

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