"....Estando en Caracas en 1876, Hostos experimenta su primer contacto con la educaciòn formal. Tenìa entonces 37 años. Aunque habia estado antes en Puerto Plata, y llegò a intentarse la apertura de una escuela normal, las uvas no estaban aùn maduras y esa vez no se pudo. Lo que se le planteò en Puerto Plata, y posteriormente en Venezuela, no coincidian en absoluto con su pensamiento.
Tres años depuès habrìa de comenzar su autèntica labor pedagògica en Santo Domingo. Era presidente de la Repùblica, Gregorio Luperòn. Se le encarga elaborar un plan con los objetivos y estudios bien delineados. En el 1879. Da sus primeros pasos para la creaciòn de una Escuela Normal de varones. Cuando se arranca de nada hay que comenzar por la piedra angular de toda enseñanza: el maestro.
En la Repùblica propiamente no habian maestros; habìa repetidores, memorizadores, hasta cierto punto torturadores que castigaban a los alumnos de modo violento y enseñaban la mayorìa de las veces cosas absurdas. Hay que formar maestros, es lo primero...Maestros conocedores de lo que van a enseñar, y como enseñarlo. Salomè Ureña se le une fundando el Instituto de Señoritas. La educaciòn dominicana comenzaba a dar, sobre seguro sus primeros pasos. Hostos no cree en una educaciòn circunscrita al aula y al patio de la escuela. La actividad pedagògica debe volcarse al parque, a la calle, al campo, al hogar, asì, la enseñanza formal se empapa de la praxis cotidiana, y la realidad de las cosas encuentra su razòn sin misterios.
Hostos junto a Andrès Bello y Bartolomè Mitre forman la trilogìa del pensamiento pedagògico hispanoamericano por excelencia. El evangelio hostosiano se apoya en su trìpode fundamental para que toda enseñanza aprendizaje sea verdaderamente eficaz: Racional- Moral-y Universal.
Racional porque ningùn conocimiento nos debe ser transmitido en medio de neblinas y oscuridades. La razòn debe prevalecer en lo que se enseña por lo que ni debe ser memorìstica ni dogmàtica. Moral, porque esta atiende a las costumbres. La entereza de las costumbres ciudadanas es una garantìa para la tranquilidad de la naciòn y el progreso. Universal porque el saber no debe tener parcelas, debe alcanzarlo todo, abrazarlo todo, observarlo todo.
Eugenio Marìa de Hostos naciò el mismo año que Gregorio Luperòn, de quien serìa gran amigo en 1839, pero en Mayagüez, Puerto Rico, mas que un boricua se le considera antillanista por antonomasia...Visionario y varòn ejemplar. A èl, Hostos, le tocò la misiòn de reencauzar la educaciòn nacional por los trillos del positivismo y el cientifismo pedagògico. Juntos, bajo la ègida ideològica del maestro, inician el primer ensayo verdaderamente serio, tonificante y vivificador, de reestructurar nuestras viejas estructuras educativas. Como era de esperar chocan con enormes dificultades. Carecìa el paìs de una clase social dominante que impulsara, como suya, la nueva escuela hostosiana. Ingente pobreza a todos los niveles. Asonadas golpistas. Dictadura de Lilis...Confusiòn acerca de la verdadera personalidad del Sr. Hostos. Mediocridad. Apatìa...Falta de fe. Con todo, el gran maestro se sobrepone, ya estaba acostumbrado a esas lides desiguales y difìciles, en su lucha por la liberaciòn de Puerto Rico, su tierra natal. Arò y sembrò incansable. Los frutos no fueron los que el hubiera soñado, pero algo quedò. En estas cosas algo siempre queda.
Sin lugar a dudas el gran maestro darìa todo de sì. Como verdadero hijo de su època, al influjo del anti-clericalismo, tan de moda entonces, consideraba la ingerencia de la Iglesia y el clero en materia educacional obsoleta, perjudicial e inùtil. Esa era su opiniòn, por cierto muy personal, y es justo que se la respetara y se la respete. Por esa razòn la Iglesia Catòlica Dominicana se exime de participar, como tal, en el ceremonial de exhumaciòn, velatorio y posterior enterramiento en el Panteòn Nacional de sus veneradas cenizas. La Iglesia le pidiò a sus ministros que no participen en dichos actos. Muy acorde a su misiòn armonizadora y fraternalista prefiere no inmiscuirse en las segundas exequias de este grande y noble hombre que, cuando vivìa, allà en el fondo de su corazòn, mantuvo sus reservas y rechazo a la Iglesia, con una actitud hasta cierto punto militante y en contra de ella. Muchos mal interpetraron la posiciòn de la Iglesia tal ves, por carecer de los elementos de juicio suficientes. La muerte sella para siempre la vida de un hombre. En la situaciòn ideològica o social en que se encuentre, cuando èsta sobreviene, asì queda marcado para toda la posteridad.
Cuando el Sr. Hostos muriò en una estancia frente al mar a donde habìa sido llevado desde su casa en San Carlos, era un ìntimo convencimiento suyo el anti-clericalismo y la marginaciòn de la iglesia. Sus funerales, apoteòsicos cabe decir, no contaron la presencia de ningùn ministro religioso, e incluso su tumba no fue ni en el cementerio ni menos un templo, sino en el jardin de su querida escuela Normal, frente a la hoy calle Macorís.
2 comentarios:
Hostos nació en Puerto Rico!
Esto es precisamente lo que trato de aclarar, el lapsus fue del Presidente Leonel Fernàndez que dijo naciò en R.D. ES PUERTORIQUEÑO ESO LO SE. Y MURIO EN LA REPUBLICA DOMINICANA.
CONFORME.
LEE BIEN EL POST, PUES PARECE TIENES PROBLEMAS DE COORDINACIÒN DE LAS IDEAS.
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