Foto Navarro: protesta al árbitro durante el encuentro.
Efe
Mario Díaz
Actualizado sábado 12/06/2010 21:52 horas
¿Quién lo iba a decir? ¿Quién se lo podría esperar? El Barça no perdía en el Palau Blaugrana en partido de ACB desde enero de 2009 y, ahora, en 72 horas, dos derrotas, las más dolorosas, ambas frente al Caja Laboral, el mismo que pudo con la bestia hace 18 meses, el mismo que le ha puesto contra cuerdas en la final de la ACB, donde prácticamente nadie daba un duro por los vitorianos, tras imponerse por segunda vez como visitante (69-70). [Narración y estadísticas]
Doblegar al campeón de Europa, al ganador de la parisina Final Four de la Euroliga hace apenas un mes, al mismo equipo admirado y temido a partes, el mismo al que nadie, absolutamente nadie, ha conseguido meterle mano en toda la temporada (sólo tres derrotas en toda la ACB, sólo dos en la Euroliga) no es sencillo, pero el Caja Laboral lo ha conseguido en dos ocasiones.
No fue sencillo el pasado jueves. Mucho menos hoy. Consciente de la entidad del rival, ese equipo lastrado durante toda la temporada por las lesiones, ausente aún Stanko Barac en esta final, el mismo que se ha quedado siempre a las puertas de las finales, el Barça salió con todo, decidido a imponer a su ritmo, a dominar el tempo de partido, a controlar el rebote y a eliminar del encuentro a Tiago Splitter. Y lo hicieron. Vaya si lo hicieron.
Cuatro minutos estuvo el cuadro gasteizarra sin anotar. La presencia de Morris tras el salto inicial fue tan determinante como la de Mickeal a la vuelta de los vestuarios. En ambos casos el Barça alcanzó ventajas de seis puntos, incluso llegó a marcharse de ocho, máxima renta, tras dos triples consecutivos de Jaka Lakovic en el tercer parcial. Pero el Caja no se despegaba.
Sin manejar el ritmo, más errático de lo habitual en estático, el acierto en el lanzamiento de tres en momentos clave (9/21, 43%) no sólo mantuvo al equipo en el encuentro, sino que le dio la oportunidad de seguir la estela del Barça, amenazarle y golpearle sin tiempo de reacción. Con Splitter anulado por la buena labor defensiva de los hombres grandes de Xavi Pascual -no anotó hasta el minuto 31 de partido-, la responsabilidad recayó en Marcelinho y San Emeterio.
Con 13 y 19 puntos, desde fuera, desde dentro, penetrando o tirando triples, los dos exteriores fueron el salvavidas gasteizarra y, después, el verdugo azulgrana. A pesar de la diferencia en el rebote ofensivo (12 por 1), en los tiros de campo (63 por 51) o en las pérdidas de balón (10 por 14), N'Dong, Morris y Mickeal no fueron suficiente para suplir la ausencia de Navarro -sólo cuatro puntos-.
Ni siquiera en el último suspiro, en la última oportunidad, con menos de dos segundos en el reloj, cuando el Caja, ganado por tres, perdió el balón y cometió una antideportiva absurda. Ni siquiera esa bola extra sirvió para que el Barcelona aliviase el dolor de la primera derrota y viajase a Vitoria con un margen que ahora no tiene.
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