06 julio, 2010

HOLANDA, 32 AÑOS DESPUES...

Arjen Robben marca de cabeza frente a Uruguay.- REUTERS
El internacional holandés Wesley Sneijder y su compañero Giovanni van Bronckhorst celebran el segundo gol de Holanda.- EFE
Martín Cáceres controla el balón ante el holandés Arjen Robben.- EFE
El delantero uruguayo Diego Forlán celebra el gol marcado a Holanda.- AFP
El guardameta Maarten Stekelenburg es batido por un impresionante disparo de Diego Forlán.- AFP


El defensor uruguayo Martin Ceresina propina una patada al holandés Demy Zeeuw sin opciones de darle al balón en la semifinal.- REUTERS


El defensor uruguayo Martin Cáceres propina una patada al holandés Demy Zeeuw.- AFP


Sneijder conduce a su equipo a la final tras derrotar a una combativa Uruguay
RAFAEL PINEDA 06/07/2010

El fútbol tiene estas cosas. Si no se entiende muy bien cómo Uruguay ha podido llegar a las semifinales de un Mundial con un centro del campo completamente exento de calidad, algo más comprensible resulta que sea Holanda la vencedora de una semifinal jugada a cara de perro por el conjunto uruguayo, combativo hasta el límite, peleón sin reservas, pero sin jugadores de la talla de Sneijder o Robben para desequilibrar duelos marcador a hierro y fuego. Ganó Holanda porque es mejor, pero casi nunca lo demostró, ya que sufrió demasiado ante la feroz defensa uruguaya. Fueron detalles, como un gol en posible fuera de juego, los que acabaron desnivelando la balanza para que, 32 años después, Holanda jugara su tercera final mundialista. Ahora, 32 años después. Será una final europea, la primera fuera de la propia Europa.

Un golazo de Gio adelantó a los holandeses, que, demasiado contemplativos y sin el fútbol que les ha hecho insuperables en este torneo, cedieron demasiado terreno. Empató Forlán, listo como pocos a la hora de aprovechar los defectos del Jabulani, y no fue hasta la segunda mitad cuando Sneijder y Robben acabaron por desequilibrar un partido que tuvo mucha emoción en el tiempo des descuento después del segundo gol de Uruguay. A la postre, no sirvió para nada.

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