19 abril, 2009

NO SE BAILÒ MERENGUE PERO HUBO CALIPSO Y CHÀVEZ NO AFILÒ CUCHILLOS...

UN AVISO A LOS CASTRO

Para el presidente de Brasil no resultó una sorpresa lo sucedido en Puerto España pero sí para el resto de líderes latinos, a quienes impactó comprobar el giro político producido en EEUU.

Obama tuvo la oportunidad de conocer más a fondo a los líderes latinos entre los que le impresionó la presidenta Bachelet.

De los diferentes escenarios recorridos por Barack Obama en menos de tres meses, le impresionó, por la importancia que concede a una nueva relación con Rusia, el clima de euforia en Praga, al lanzar su ambicioso proyecto de avanzar de forma decisiva hacia el desarme nuclear y la no proliferación. Pero le inquietaba la cita en Trinidad y Tobago por la extrema hostilidad de Hugo Chávez hacia todo lo que olió a George W. Bush y huele hoy a gringo.
De estas cuestiones habló largo y tendido con Luiz Inácio Lula da Silva. De hecho, desde la estancia del presidente brasileño en la Casa Blanca, no han dejado de tener consultas telefónicas y de preparar esta cumbre, que no fue la del merengue porque el nuevo amor entre quienes están en la pista no es todavía tan profundo y agarrado, pero sí la del calipso, que es un ritmo un ritmo afrocaribeño, extendido también por Centroamérica, y zonas de Colombia, Venezuela y Brasil.
Escuchar y aprender
Como ya ha señalado El Semanal Digital, sin duda una de las cualidades de Obama es su capacidad para escuchar y aprender. Lula da Silva ya lo descubrió en directo por lo que le explicó quién es Chávez de verdad, le animó a que Hillary Clinton pise lo que aparentemente aparecen como escenarios hostiles para Washington, y le previno que evidentemente le recibirían con los cuchillos afilados.
Lo importante de esta cumbre -unos encuentros cuya chispa surgió en Miami en 1962- fue confirmar el cambio de Washington en la relación de Estados Unidos con Cuba. Lula da Silva los conocía y animó por ello a Raúl Castro a que se preparasen tanto él como su hermano Fidel para un camino que ya no tendrá retorno. Lula da Silva, al igual que Obama, esperan que una nueva cumbre de este tipo cuente con Cuba porque ambos comparten el escenario de una América en el que la isla esté presente en todos sus foros. Pero para ello necesitan apoyos de todos los implicados.
Un proceso similar a la "Ostpolitik"
Con todo, el paso dado por Obama ha sido de importancia capital como lo fue en su momento el de Willy Brandt, con el muro de Berlín aún en pie, al lanzar su apertura al Este, la Ostpolitik. Obama sabe, al igual que Lula da Silva, que ambos deben estar unidos en este proceso, caminar a la vez, y no contar con la hostilidad de quienes tendrían que ser, sino aliados, al menos amigos. El presidente brasileño quería sobre todo evitar un espectáculo tan bochornoso como el vivido en 2005 en Mar de Plata. Y lo logró. El estilo conciliador de Obama le ayudó. Y el entorno de un Puerto España remozado, y mecido al son del calipso, hizo lo demás. Como buen observador, en este largo fin de semana, Obama ha visto que tiene mejor relación con el presidente brasileño que éste con la siempre desconcertante Cristina Fernández de Kirchner. Y estableció buena relación con Felipe Calderón, Michelle Bachelet y Álvaro Uribe, los presidentes con los que además mejor se entiende Lula da Silva.
De lo visto por Obama, dejará en manos de Hillary Clinton crear un nuevo clima de respeto con el frente hasta ahora belicoso que lidera Hugo Chávez y que cuenta con aliados firmes como Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, a los que se ha sumado Fernando Lugo. Habrá un embajador de Chávez en Washington.
El balance final ha resultado sorprendente porque el clima de diálogo y de una cierta conducción conjunta de las grandes cuestiones americanas quedó patente. Chávez, además de sus palabras educadas a Obama -a quien regaló Las venas abiertas de América Latina, del uruguayo Eduardo Galeano, una vitriólica denuncia del imperialismo norteamericano- ha comprendido que ahora, más que nunca, necesita un buen embajador en Washington, misión que va a dejar en manos de Roy Chaderton.
De nuevo ese llamado efecto Obama, que no es otro sino el de crear un espíritu de diálogo y paricipación conjunta en la gestión de los grandes problemas mundiales, llegó también a esta exitosa cumbre del calipso, un éxito personal tanto del presidente de Estados Unidos como de Lula da Silva, no sólo un buen amigo de Washington sino un leal aliado en esta etapa de tantas esperanzas. Un momento que deberís suscitar el mismo entusiasmo en Madrid por Gobierno y oposición que el vivido este productivo fin de semana en Trinidad y Tobago.

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