29 octubre, 2008

Bruce Springsteen, durante un concierto a favor de Obama en Filadelfia
Carrera hacia la casa blanca Artistas, escritores y deportistas se decantan por Obama
Entre los partidarios de McCain están Clint Eastwood y Silvester Stallone
Autor:
Tatiana López Corresponsal

28/10/2008
Se puede comprobar en las hemerotecas que la única interpretación de la que el actor Henry Fonda estuvo realmente orgulloso en toda su vida jamás se exhibió en una sala de cine. Corría el año 1960 y el famoso intérprete decidió entonces ceder su imagen para apoyar a un candidato presidencial desconocido por el gran público y que pasaría a la historia como JFK.

Cuatro décadas después de que este tándem entre Hollywood y el Capitolio consiguiera robar los corazones a millones de estadounidenses, la historia de amor entre artistas y legisladores sigue vigente en nuestros días en un país donde solo algunos actores consiguen llegar a presidentes (véase el caso de Reagan), pero muchos candidatos alcanzan el estatus de estrella.

El ejemplo más cercano es el propio Barack Obama, a quien John McCain llegó a comparar con la llamativa Paris Hilton hace apenas unos meses. Aún así, lo cierto es que la imagen de icono de este candidato consiguió involucrar en la contienda al Hollywood más liberal, y nombres como el director de cine Steven Spielberg y de los actores Brad Pitt y Robert Redford le dieron su apoyo.
Además, se posicionaron con él importantes representantes del mundo de la literatura (Paul Auster o Philip Roth); y atletas de la talla de Magic Johnson y del vitoreado baloncestista de la NBA Michael Jordan.

Capaz de trascender incluso el hermetismo de la ciencia, y con casi un centenar de premios Nobel abogando por su candidatura a la Casa Blanca, este derroche de magnetismo choca con un John McCain que, aunque popular todavía entre los artistas más conservadores, apenas cuenta con apoyos fuera del llamado circuito social conservador.

El cuerpo de fuerza de McCain
Más concretamente, y a pesar de que figuras como Lorenzo Lamas o el productor Daddy Yankee se han decantado por este veterano de guerra, el tirón, sin embargo, del «rebelde» republicano no ha alcanzado a esferas como los académicos, donde solo dos economistas han apostado por él. Eso sí, ha cosechado amplios apoyos entre el sector empresarial, algo que contrasta con la imagen de defensores de la clase media que durante los últimos meses han intentado ofrecer los candidatos republicanos.

Además, entre aquellos que decidieron ponerse del lado del republicano hay nombres como los del mismísimo Silvester Stallone, uno de los primeros en decantarse por el senador por Arizona, o el propio Clint Eastwood, quien incluso llegó a comparar a Sarah Palin con Angelina Jolie en su defensa de su antiguo amigo.

«Normalmente, cuando alguien posee una estrella especial, al resto de la gente le cuesta entenderlo», aseguró el aclamado director, no si antes bromear que McCain le había ofrecido a él «el puesto de vicepresidente antes que a Palin, pero decidí rechazarlo».

La rebelión de las plumas
Este buen humor no es compartido, sin embargo, por muchos de los llamados intelectuales conservadores, a los que la elección de McCain de la gobernadora de Alaska consiguió poner en pie de guerra.

Enfadados con un candidato que tras acusar a Obama de inexperto jugó su misma carta en la arena nacional, uno de los primeros en denunciar esta falta de coherencia fue el premio Pulitzer de periodismo George Hill, quien utilizó su columna semanal para distanciarse de un político «más parecido a un jugador primerizo en primera división» que a un veterano del Senado norteamericano.

Tras abrir además la veda a la deserción a otros antiguos admiradores del republicano, también históricos como David Brooks, columnista de The New York Times y referente de la derecha cristiana, se metió con una candidata «de la que nadie en su sano juicio podría decir que está preparada para entrar en la Casa Blanca, ya que adolece de toda experiencia».
En fin, un jarro de agua fría para un dúo al que para su desgracia solo los cómicos parecen hacer caso estos días, y no precisamente para tomárselos en serio.

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