Por Redacción D@D
viernes 23 de mayo de 2008, 10:16:20 AM (AST)
¡Fraude… fraude! hay que denunciar el fraude que han hecho los peledeístas… nosotros ganamos, nosotros ganamos…
Las frases fluían con tono agrios, de resabio, enfado y frustración de boca de varios de los acólitos de Miguel Vargas Maldonado, agolpados en diferentes áreas del moderno pent-house de la avenida Anacaona 27, donde reside el dirigente perredeísta y ex candidato presidencial.
Diario@Diario obtuvo relatos de primera mano, de protagonistas y testigos de los hechos y reconstruye para sus lectores los episodios de estas horas del día 16 en el entorno del candidato del PRD.
Al caer la tarde, alrededor de las seis y cuando cerraban los colegios de votación en toda la nación, la gente del entorno de Miguelito, encabezados por Andy Dauhajre, Wilfredo Alemany, Neney Cabrera, Carlos Gabriel García, Jaime Aristy Escuder, se confundian con la familia, el jefe de seguridad del candidato y personal de la confianza del candidato, con un todo de optimismo y hasta regocijo, luego que circularan versiones de que habían ganado en las votaciones de Europa y en las encuestas ‘a boca de urnas’ que habían hecho sus partidarios.
Desde las primeras horas de la mañana el laborantismo en el entorno del candidato era intenso. Llovían las versiones y los informes del curso de las votaciones.
Todo parecía ir ‘bien’ y habían muchas esperanzas, y hasta seguridades de triunfo y no hubo quienes apostaban a ganar en la primera vuelta.
Las noticias de las alegadas compras de cédulas llegaron en la mañana y se daban órdenes de ‘denunciar’ los hechos. En la Junta Central Electoral los delegados del PRD presionaban con sus denuncias ante las autoridades electorales y los observadores internacionales.
Alrededor de las once de la mañana hubo tensiones cuando se dio a conocer la versión de que un grupo de seguidores de Miguelito, encabezados por el ex general Radhamés Zorrilla Ozuna, recorrian centros de votación en varios puntos de la capital, armados y dando órdenes a los ‘facilitadores’ y delegados del PRD y haciendo advertencias a los que se identificaban con los emblemas del PLD en el sentido de que los estaban ‘vigilando’ y que no permitirían que trataran de torcer el proceso de votación.
Alredor de las cinco de la tarde, voceros del PRD dieron a conocer versiones de que Miguelito ganaba las elecciones y hasta hubo celebraciones en el local principal del PRD y en el comando de campaña del MVP y que no decir del estado de alegría que se reflejaba en los rostros de los concurrentes al pent-house del candidato, en la Anacaona.
Al entrar la noche comenzaron a llegar a la Junta las actas contentivas con las votaciones registradas en los colegios electorales. Los scanners estaban operando a plena capacidad y fueron reproducidas en pantallas de plasma de grandes dimensiones instaladas en el patio de la Junta Electoral del Distrito Nacional y en el salón de prensa de la sede central de la JCE.
Y ahí comenzó el trauma para los dirigentes del PRD.
Telecentro, Canal 13, que tenía en el aire una cobertura continua del proceso de votaciones y de los acontecimientos en la JCE y juntas municipales, decidió poner en el aire la llegada de las actas, sin comentario sobre los resultados que el público comenzó a ver, los cuales daban en el 98 por ciento de las mismas, la mayoría de los votos al PLD frente al PRD. Otros canales de televisión que también hacían cobertura en vivo y continua del proceso comenzaron a difundir la llegada de las actas.
Ya, desde pocos minutos después de las seis de la tarde, había sido difundido por Internet y a traves de las agencias de noticias, la versión de que Leonel Fernández ganaba las elecciones, en primera vuelta y con alrededor de un 55% de los votos, según los resultados de las encuestas ‘a boca de urna’ realizadas por varias firmas y otras ordenadas por organizaciones empresariales nacionales.
Los comentaristas y analistas de los canales de televisión que hacían las coberturas, sin embargo, respetaron el pedido de la Junta Central Electoral y no difundieron esas notas de internet y de agencias noticiosas.
Al comenzar a ser transmitidos por la televisión las actas de votación, tal y como estaban llegando a la Junta desde los centros de votación, se expandió el pánico en el pent-house de Miguelito y en los locales principales del partido y el comando de campaña y el tono de alegría cambió a uno de agrias expresiones contra la prensa y determinados comentaristas, analistas y medios y comenzaron las llamadas Telefónicas para tratar de detener la difusión.
Fello Suberví fue a la Junta, acompañado de Virgilio Bello Rosa y exigieron que el presidente del organismo electoral parara las transmisiones, mientras en el pent-house de Miguelito el drama se tornaba cada vez tenso y ácido.
Un grupo, entre ellos Ramón Alburquerque y Andy Dauhajre eran rabiosos partidarios de que se declarara un fraude, que se llamara a los delegados internacionales y se hiciera la denuncia y de que se pidiera a los núcleos del partido que salieran a defender la victoria que decían les habían arrebatado los oficialistas con fraude.
Al filo de las ocho y media comenzaron a llegar las informaciones del centro de cómputos del PRD con una posición negativa para el proyecto MVP, pero la tapa al pomo la puso una llamada Telefónica desde la Junta, de parte de los delegados del PRD, a una de las secretarias de Miguelito, que estaba en el pent-house y que le informó que ‘estamos abajo’ y que habían perdido las elecciones. El llanto y la cara de tristeza lleno todo el lugar.
Al filo de las nueve se comenzó a analizar los pasos a seguir.
Andy y Alburquerque, junto a otros dirigentes estaban cerrados en que no se podía reconocer la derrota y que había que denunciar el fraude y pelear hasta lo último la victoria que decían habían obtenido.
José Joaquín Puello llamaba a la sensatez mientras Orlando Jorge Mera, pálido y visiblemente nervioso, no apoyaba la sublevación, aunque no se atrevía a pronunciarse contra los que se oponían a darse por vencido.
El doctor César Mella, vicepresidente del Sector Externo, fue llamado para consultarle el seguimiento de la situación y entró en privado en las habitaciones privadas de Miguelito, donde también estaba la familia.
La recomendación, a todas luces, fue clara: hay que admitir la derrota y hay que hablar a la nación en ese sentido, porque es prudente, decente, ético y político, se oyó decir. Alburquerque y Andy abandonaron el lugar visiblemente airados.
Se redactó una declaración en una hoja de papel bond 8x11, la cual había sido corregida, párrafos cambiados y enmendados en varias ocasiones, y se decidió que el candidato debía leerla en el local del comando de campaña junto a su familia, toda vez que estos se habían involucrado totalmente con la campaña al lado de Miguelito.
Así se hizo. Luego de una espera de casi 45 minutos, en que Carlos Gabriel García había anunciado que Vargas Maldonado daría una declaración, Miguelito llego al lugar y acompañado de su esposa, Angelita, y sus tres hijos, con voz entrecortada a veces y un visible rostro de tristeza, leyó por seis minutos la declaración en que admitió su derrota, diciendo que aceptaba los resultados de las votaciones emitidos por la Junta, sin perder la oportunidad para denunciar el uso de los recursos del Estado a favor de la candidatura oficialista y sin felicitar a los ganadores.
García y Orlando Jorge eran los únicos altos dirigentes que bordeaban el entorno de Miguelito, mientras los lamentos eran continuos entre los presentes, muchos de los cuales aplaudieron al final de la lectura de la declaración, mientras otros se conjugaban las lágrimas y se daban abrazos de consolación.
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