27 mayo, 2008

EL PELIGRO DE LA IDEOLOGIA...


Una ideologìa es como si fuera. ¿o lo es? un prontuario de ideas, de conceptos y principios.

Ideas que a la postre estàn para pautar nuestro comportamiento en lo social, familiar, polìtico, religioso, econòmico...globalizàndolo en un haz que se suponga coherente.

Pautan y condicionan, lo que es màs profundo, nuestros puntos de vista, nuestras manera de ver las cosas y hasta, no siempre, de sentirlas.

Y es cuando se llega a esto ùltimo cuando salta el peligro.

Lo que se supone que sea una luz que guie, un marco teòrico racional, vivo, inteligente.

Un punto de referencia afanatizado y flexible, sin que por ello se tengan que vulnerar los principios; se mostrualiza, negando todo resquicio al razonar, obcecando y arrancando de raìz cualquier esperanza de adecuarse a la realidad.

Y ahì es que surge el peligro, repetimos. Lo que debia ser toque de liberaciòn, se convierte en camisa de fuerza y opresiòn. Entonces ya la ideologìa entorpece. Traba. Molesta.

Es iconcebible y totalmente irrazonable que existan personas con incidencia en la formaciòn social, polìtica y humana de los pueblos, en cualquier sociedad que sea, actuen ausentes o ignorantes y despreocupados, de las grandes corrientes del pensamiento social y polìtico que soplan ahora, como respuestas vàlidas para sus autores, a los problemas que estremecen el mundo de hoy.

Pero es todavìa aùn màs inconcebible y totalmente irrazonable que funcionarios de tanta incidencia en la formaciòn, polìtica y humana de los pueblos, en cualquier sociedad que sea, actuen ausentes y despreocupados, de las grandes corrientes del pensamiento social y polìtico que soplan ahora, como respuestas vàlidas para sus autores, a los problemas que estremecen el mundo de hoy.

Pero es todavìa aùn màs inconcebible que se manejen con poco discernimiento del lìmite que media entre la ideologìa y sus postulados, con la realidad de las cosas. La realidad social que nos circunda. Con el momento històrico que nos corresponde vivir.

Y aùn màs, que la ideologìa, por noble y altruista que sea empuje a deslices y errores que en definitiva vienen a constituir el peor enemigo de las nobles metas por las que se lucha.

Que la ideologìa no se plante amurallada como un fin de sì misma, sino como una ayuda a la acciòn, que en definitiva es lo que cuenta, por aquello tan verìdico de: Por sus frutos los conocerèis!....

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