12 octubre, 2010

NOSOTROS, LA CLASE MEDIA (BEEEEEEEE)...

Es la lucha de clases, estúpido. No es racismo, ni xenofobia, ni convivencia, ni nada de eso, es, simplemente, lucha de clases. Criminalizando al marginado usted aprende a glorificar al poderoso.

Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Para Kaos en la Red
11-10-2010 a las 15:26

Racismo: reflejo moral del miserable
Leo esta mañana en Kaosenlared el excelente artículo de Agustín Vega Cortés sobre la situación del pueblo gitano en la actualidad, un pueblo perseguido y castigado durante siglos por los diferentes estados europeos, y que ahora, como bien dice el articulista, parece estar condenado a jugar el papel de “judíos del siglo XXI” para aquellos racistas y xenófobos que hacen de la caza y captura del chivo expiatorio una forma suprema de política social y económica (porque, al final, es de lo que se trata: lucha de clases).

Leo fascinado la maravillosa (aunque penosa) descripción que hace el autor de dicha situación del pueblo gitano en la actualidad, y no me queda más que felicitarle por tan brillante disertación, por tan duro golpe a la consciencia miserable de esos y esas bien pensantes que se hacen llamar a sí mismos ciudadanos/as de bien, aunque, en realidad, son la peor lacra social que existe. Si yo fuese uno de ellos, sentiría verdadero asco de mí mismo al leer las letras escritas por el señor Vega Cortés.
El racismo y la xenofobia “espontáneo” (yo no soy racista, pero…) no son más que la muestra evidente del fascista que anida en el interior de tantos y tantas conciudadanos y conciudadanas nuestros que tienen a bien mostrar una aparente educación cuando se les requiere en sociedad, pero que, en realidad, no es más que el reflejo de sus propias miserias.

Un reflejo de lo bien que han sabido asimilar e interiorizar el discurso dominante, sin la más mínima capacidad crítica, sin la menor intención de aprender a ser y pensar por ellos mismos. Un reflejo, en definitiva, de la miseria moral más repugnante y escandalosa.

Configurando la “clase media”
Pero nada de lo anterior es casual. Como muy sutilmente señala el articulista, programas de televisión del estilo de “Callejeros” o “Comando Actualidad”,han provocado más odio y más racismo hacía los gitanos que siglos de persecuciones o marginación. Programas de crónica social, los llaman.
No es casualidad tampoco que tales programas, junto a los programas del corazón, sean, al margen de los espectáculos deportivos y los reality shows, los programas de mayor impacto en las parrillas de las principales cadenas televisivas, especialmente en horas de la tarde-noche, cuando gente de todas las edades consume horas y horas de televisión.
 
No es casualidad que en apenas unas horas de diferencia, a veces incluso en el mismo programa (véase “Gente” de TVE), el espectador haya de enfrentarse televisivamente a las dos caras más opuestas del panorama social: la marginación y el éxito social, según vienen definidos por los propios valores capitalistas dominantes.
El mensaje que se hace llegar con ello al telespectador es claro: señalar los extremos para que nosotros, ciudadanos de clase media, aprendamos a detectar donde está el centro, es decir, en nosotros mismos. Clase media.
 
Si los programas del corazón nos traen primero la vida, obra y milagros de los personajes de la farándula, la alta burguesía, la nobleza o el deporte, todo rodeado de un aura de lujo y glamour, los programas como los mencionados por el señor Vega Cortés en su artículo nos traen la vida, obra y miserias de todo esos marginados y marginadas que inundan nuestros pueblos y ciudades, ya sean gitanos o payos, yonkis, camellos, chabolistas, o simplemente padres y madres de familia sin acceso a los manjares del capital, todo ello en un ambiente de exclusión y pobreza que resulta la antítesis de lo anterior.
 
Por ende, usted tiene que soñar con ser algún día como esos famosos y famosas, tan ricos, guapos, y glamorosos, que salen en la pantalla de televisión, o, si no ha podido serlo, soñar con que algún día podrán serlo sus hijos o nietos, pero, sobre todo, tiene que tener pesadillas con ser algún día como esos marginados y marginadas que malviven en los bajos fondos de su misma ciudad, o, si tuvo la suerte de no serlo, proteger en todo momento a sus hijos o nietos para que nunca lleguen a serlo.

Usted, en resumen, tiene que dejarse llevar y pensar: yo no estoy arriba, yo no estoy abajo. No soy rico, no soy un marginado. Yo soy un ciudadano común y corriente de clase media, que está en el centro de la escala social, y que, como tal, sueña con ascender lo máximo posible dentro de ella, y alejarse lo máximo posible de los que tiene por detrás, de esos sucios y desarrapados marginados, a los que, por lo demás, se suele cruzar por las calles cada día…. ¿cuántos de esos exitosos y glamurosos, nobles y famosos suele ver cada día? Significativo.

Glorificando el poder burgués
Es la lucha de clases, estúpido/a. No es racismo, ni xenofobia, ni convivencia, ni nada de eso, es, simple y llanamente, lucha de clases. Criminalizando al marginado usted aprende a glorificar al poderoso.
En su equipo de fútbol preferido seguramente usted aplaudirá a negros, gitanos, musulmanes, y gente de todo calado, sin problema alguno. Le dará igual sin son chinos, alemanes, argentinos, españoles o guatemaltecos.
Entre sus famosos de postín habrá también gente de todas las nacionalidades y culturas, e incluso puede que usted sea amante de la música negra o de la gitana cantada, bailada, y tocada por negros o gitanos. Pero eso no querrá cambiarlo. Soñará con ser algún día como ellos. Da igual que sean negros, gitanos, o extraterrestres.
 
Si está en Marbella de vacaciones, y se cruza con una comitiva del Rey de Arabia Saudí, fascista, machista y fundamentalista donde los haya, asomará su cabeza con toda expectación para ver el paso de sus limusinas y el glamour de sus acompañantes. Acto seguido echará pestes sin ningún problema del “moro” que le quiso vender un cinturón de cuero mientras tomaba el sol en la playa.
Incluso si usted trabaja en una multinacional, o cualquier otro lado, no se atreverá jamás a mirar o hablar con desprecio a su jefe/a, por muy negro, gitano o extranjero que sea. Es algo tan elemental que resulta hasta vergonzoso tener que señalarlo. A usted le molesta el estatus social, no la raza ni la cultura.
Usted, en suma, es un cobarde que sabe que atacar al débil, al marginado, al excluido, no le traerá ningún tipo de consecuencias, pero que no es capaz de levantar un dedo para combatir contra quienes le está explotando o arrebatando sus derechos sociales, sometiéndolo, porque sabe también que, en esta sociedad corrupta y deshumanizada, donde el dinero manda, eso sí le podría acarrear consecuencias. ¡Cobarde!

¿Clase media? Borregos alienados como autómatas
Usted glorifica el poder burgués, mientras el poder burgués lo margina a usted. ¿Se cree a salvo de acabar en una de esas situaciones de exclusión social que tanto detesta?, ¿Cree que lo están sus hijos o nietos? Por cada uno como usted que alcance el éxito social que tanto venera, habrá cincuenta o cien como usted, o sus hijos o nietos, que caiga en la marginación que tanto detesta. ¿De dónde está más cerca?
 
Con casi cinco millones de desempleados en el estado español, más de doscientos millones en todo el mundo, con miles de millones de personas que pasan hambre cada día, con miles de niños y niñas que mueren desnutridos cada hora, usted es capaz de aprender a odiar a quien malvive en la marginación de su ciudad, pero no a quien es responsable directo de todo lo anterior. Moral, ¿qué moral es la suya?
 
Mientras su gobierno regala miles de millones de Euros a los bancos que lo han condenado a estar pagando cincuenta años de hipoteca, y que, si no paga, lo echarán de su casa sin contemplaciones, a usted, a sus hijos y a quien haga falta, usted cree que el mayor problema social que existe es aquel pobre migrante que ha venido a este país a buscarse una oportunidad que le ha sido negada por el capitalismo en sus países de origen, o aquel conciudadano suyo, como el gitano de la periferia, que está señalado.
 
Atacar al débil sin piedad, someterse ante el poderoso sin miramientos; discriminar al marginado con saña, honrar a quien representa el éxito social y el poder; atacar a los que son explotados como tú, alabar a los explotadores. Es lo que dicta la voz del amo.
La clase media, eso es usted. Pero media de mediocre. Borregos alienados como autómatas al servicio del capital. Borregos que siguen la voz del amo. Borregos que automatizan los mandatos de la burguesía y actúan de facto como grupos de choque de la misma, dividiendo a la clase trabajadora.
Lo peor de todo es que, en no pocas ocasiones, en realidad es usted un marginado, sin trabajo, sin expectativas de futuro, frustrado. Pero se consuela pensando que hay quien está peor, ese mismo al que usted tanto odia.
 
Usted vive odiando porque no sabe, no quiere y no es capaz de vivir luchando. Usted es un miserable, un cobarde. Usted me da asco. Sí, usted, el que no es racista pero.....

Pedro Antonio Honrubia Hurtado en Kaos en la Red

1 comentario:

Anónimo dijo...

Having read this I believed it was extremely enlightening.
I appreciate you spending some time and energy
to put this short article together. I once again find myself personally
spending way too much time both reading and posting comments.
But so what, it was still worth it!

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