En èpocas de iras como las de ahora, las usuales pasiones humanas tienden a resurgitar como volcanes por muchas dècadas apagados, vomitando fuego y lava, produciendo conmociones terribles a su alrededor. Las èpocas de ira son terribles por eso, los grupos humanos que hacen el contexto social, hastiados terminan por arrancarse sus caretas de amabilidad y buenas maneras, mostrando toda la fiereza, la groserìa y el egoìsmo de que son capaces.
Pero en estas èpocas tambièn, de cuando en vez se deja prevalecer la consideraciòn y el afecto que son sentimientos màs apacibles y tranquilos por lo que tienden a ser mas duraderos.
Es de lugar las tremendas dificultades a que se siente abocada la sociedad dominicana en estos tiempos de convulsiones sociales y no se puede menos que reaccionar dentro de los paràmetros del odio, ya que las circunstancias externas lo fomentan, la inquina, que es tambièn de las ramificaciones del odio, se apodera del ciudadano a tal extremo que es capaz de agredir, a tal punto que el odio se constituye en un detonante peligroso haciendo crecer la malquerencias al ser humano que le rodea.
Por eso tenemos que esta historia de desaciertos e inseguridades no es mas que la muestra de la triste fatalidad de este pueblo. Fatalidad por demàs triple: la candidez de sus gentes, la malevolencia y oportunismo.
Lo que estamos observando es que los buenos tiempos aquellos pasaron y se fueron, pero muy lejos, sin que haya esperanza de que vuelvan, pues tenemos que la historia de los pueblos y las naciones van por encima de las vidas privadas y particulares de sus hijos, pero èstas influyen de modo decisivo.
Es bueno tener en cuenta que pese a todo tenemos un universo incencitivo que nos rodea con sus gigantes distancias y sus tamaños incomprensibles a la inteligencia y a la experiencia humana, mas sin embargo mantiene un continuo equilibrio de "mutua cooperaciòn", extraordinario, donde la ley de la cooperaciòn se impone calladamente pero de modo invariable. No escapa de la utilidad de una simple hoja, el màs àspero y robusto de los troncos...esa armonìa precisamente debiera reflejarse en la sociedad que el hombre integra, porque siempre se ha comprendido que sin la cooperaciòn no hay forma de vida personal o social que prevalezca.
El hombre que es inteligente, absurdo y contradictorio cuando dentro de los lineamientos del egoismo y de su propio interès mercurial se trata, comprende la necesidad de tomar y ceder para que el equilibrio permanezca, sin embargo, muchas veces obtuso y ciego se vuelve históricamente en contra de sus propios intereses, pero en conclusiòn es bueno que no olvidemos que el hombre es un animal, una animal que depreda como los lobos, le gusta la carroña como a las hienas y los buitres, envuelve, ahoga e inocula veneno como las serpientes pitòn o cascabel, es zorruno, feroz y astuto, por lo tanto la violencia es innata en èl y la agresividad uno de sus instintos salvaguardores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario