20 junio, 2007

EN PRISION...


..."Entre el fuerte y el dèbil, es la libertad quien oprime y es la ley quien libera"
Lacordaire

La situaciòn de las cárceles no es un problema privativo de èstas. No. Es un problema de la sociedad, en su totalidad. Toda la falta de higiene, la promiscuidad, la deformativa vagancia, la sucieza, las enfermedades, los irritantes privilegios, los abusos y la extorsiòn, las injusticias, la desesperacion de no ser enviado a los tribunales, la pèsima calidad nutritiva de la comida y por ahì hasta el infinito, son un reflejo perfecto de la sociedad que la sostiene .

No cabe dudas de que es desagradable estar en prisiòn.

La prisiòn de un hombre..Su pèrdida de la libertad en castigo por algùn delito cometido, o tambièn como una profilaxis social, quizàs como una prevenciòn o un preservativo de la delincuencia y comportamiento antisociales, siempre ha sido un tema de palpitante actualidad.
Para periodistas una fuente inagotable de reportajes...Para el ensayista, siempre un jugoso punto de anàlisis..Para el poeta un semillero de inspiraciones..Para el novelista, el dramaturgo o el productor de cine un enjundioso tema siempre explotable e interesante.


Ya es la hora de tener una verdadera conciencia y sentido de justicia para hacer de nuestras càrceles sitios de REGENERACION humana no DEGENERACION como sabemos ocurre, ya que la situaciòn del preso dominicano es por demàs conflictiva y llena de injusticias.


La sociedad està en su pleno derecho de castigar a los que violenten las reglas del juego de la buena y civilizada convivencia; y de cuidarse, de cuidar sus componentes de los elementos antisociales, psicòpatas y desaprensivos que hacen el mal.


Existe una gran diferencia entre el castigo y la venganza, el castigo tiende en su rìgidez y dureza al escarmiento y a la regeneraciòn del hombre delincuente, que pueda perfectamente reorientar su su vida. En cambio la venganza maltrata y pisotea para desquitarse, para saciar un odio ciego y absurdo como el del mismo delincuente o màs.


Pero esa sociedad que castiga y penaliza no siempre es dechado de buenos ejemplos, màs, ella fomenta y amamanta hipòcritamente la delincuencia, promueve la guerra, las disenciones sociales, la envidia; insinua al robo y al crimen...pero eso sì, muy discretamente y a lo callado.


Nadie da lo que no tiene. La Sociedad Dominicana tiene primero que purificarse, tiene que arrancar de cuajo esas purulentas llagas y podedumbre, puès si asì fuera ninguna de las instituciones que auspicia- y el sistema penitenciario es una- tuviera esas lacras.

Y viene todo a ser en un cìrculo vicioso.

La sociedad dominicana actual, es un complejo humano altamente conflictivo, desigual e injusto. Aquì ninguna instituciòn, cumple a cabalidad su cometido ni siguiera las instituciones donde "las frutas estàn sanas", còmo lo va a cumplir, una intituciòn para "frutas podridas" o casi podridas. Ni soñarlo.


Por fueran nos presenta un còdigo de leyes muy estricto, una muy bellas normas de respeto a los demas, pero èstas no se cumplen, o solo se cumplen a medias, salvo los mas infelices que sì tienen que cumplirlas, entonces tenemos que si las càrceles son asì, es porque la sociedad es tal cual, lo ùnico que con un poco màs de disimulo y ni eso a veces.


Para algunas cosas màs que en otras y en este caso làs càrceles siempre han sido las de perder, el ideal indudablemente serìa la presiòn regenerativa, rescatadora del delincuente comùn. Salvaguarda de los màs genuinos valores del ser humano. Una fantàstica oportunidad, pero parece como siempre sucede,èstos son sueños en nuestro paìs, y en casi todos los paìses y no otra cosa.

Porquè pensamos, si a los recièn nacidos, y a los moribundos que de por sì son gente inocua e inocente, si al hombre y a la mujer serios, de trabajo, se le presiona y vapulea econòmicamente sin muchas contemplaciones en nuestra sociedad...¿que no se les harà a los delincuentes.

Debemos pretender acaso que una sociedad injusta con los buenos, sea justa con los malos o lo que es peor, con los que en ella dice que son los malos.

No nos hagamos ilusiones, pero con todo hay que seguir clamando en el desierto, en el desierto de los tribunales, de las Supremas Cortes, de las càrceles hacinadas, en el desierto del paìs entero con sus calles llenas, no hay màs remedio.

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