17 octubre, 2007

HILACHAS DE HISTORIA: CONCEPTOS E IDEAS...


Conceptos, es , ideas, ideas claras sobre muchas cosas es de lo que adolecemos, y su enmienda se toma su tiempo. No se siembran ideas en los pueblos como guandules en un conuco. El ciclo para el florecimiento fructificación de un vìvero o vegetal conuquero no es cosa de un día para otro, y dentro de las condiciones normales de clima y regadío, invariable, fijo y seguro. Esto va para los partidos emergentes que pretenden que en cuestiòn de meses prendan en el favor popular para ganar unas elecciones, conceptos e ideas en funciòn de lògica.

Como la buena fortuna no ha sido precisamente nuestro fuerte histórico, es bueno un poco de estas hilachas para que muchos vuelvan la vista hacìa atràs y se den cuenta que la polìtica no es improvisaciòn, es lucha, es dolor y el làgrimas.

En tiempos de la guerra de la Reconquista, Juan Sánchez Ramírez que la ganò con lauros, y pudo perfectamente, dada la inercia y la apatía de España, declarar nuestra independencia. Fortalecer militarmente al paìs que aùn estaba caliente con el retumbar de los cañones en Palo Hincado, contra cualquier eventualidad e imprevistos con los “amigos del vecino paìs del Oeste, no lo hizo.

Brindò a la despreciativa metròpoli el paìs en bandeja de plata, y España aceptò de mala gana el servir obsequio. Con Nùñez de Càceres, años después, tenemos la mala fortuna de que si bien piensa en fuciòn de independencia lo hace de manera condicionada, queriéndonos anexar a la Gran Colombia de Bolívar cosa que fue un dislate de marca mayor porque èl Josè Nùñez de Caceres, tenìa que saber que el gran Bolivar habia sido auxiliado por Petiòn en Haitì y a su vez Haitì, queria para si toda la isla y no iba a ser Simòn Bolivar el que le contrariara sus deseos.

Después llega la pèsima oportunidad històrica de ser gobernados por Haitì. El lapso de veintidós años que durò ese desastre perjudicò aùn màs nuestro futuro històrico. Cuando el concepto de patria soberana, termina de cuajar en nosotros, al calor del apostolado duartiano, habrìamos de iniciar una guerra de independencia, sui generis, contra otro paìs del hemisferio y no contra España.

Consumada esa separaciòn, los avatares y los infortunios siguieron importunando nuestro desarrollo històrico. Esos gobiernos de Santana y Bàez: la absurda y anti-històrica anexión a España, consumieron màs de veinte preciosos años, los veinte primeros de nuestra vida republicana, que debiera haber servido para la consolidación de nuestras instituciones y el fortalecimiento de nuestro de convivencia democràtico y liberal, fueron desperdiciados en luchas y guerras que a la fuerza cobraron importancia pero que jamàs debieron haber sido provocadas.

Iniciada la segunda república no hubo cambios por ese sentido. Las interminables apetencias políticas trajeron como colación asonadas, paralización del progreso, estancamiento, y termina el siglo XIX, cincuenta y seis (56) años de fundada la primera República, en medio de una verdadera orgìa de sangre y terror implantada por Ulises Heureaux.

Y la Repùblica no se detiene a reconsiderar sus errores y enmendarse. Sigue por el mismo derrotero suicida. No hay consolidación posible. No hay concepto vàlido que florezca y enraíce, al extremo que vuelve a eclipsarse y ha desplomarse todo en 1916, la segunda Repùblica habìa fracasado, Aunque todavía habia patria para rato, por suerte, pero con ilusiones y el buen propòsito de algunos no se camina por via del progreso, y de la consolidación de la Repùblica.

Nuestra egregia Salomè Ureña habìa escrito unos treinta y tantos años antes…-“¡Oh Patria!...¿Que anatema cayò sobre tu frente?”- Y vaya si cayò una grande, que restablecida la tercera Repùblica no hubo escarmiento posible. Como una reacción de auto defensa e inmunización aparece en 1930 la terrible pero necesaria, funesta pero apaciguadora, figura de Rafael Trujillo en el escenario.

Su tirania que fue dura pero el paìs la soportò, quizàs sin darse cuenta de lo necesitados que estabamos de darle coherencia, y respeto a las instituciones. De tener un punto de referencia nacional. Una autoridad de carne y hueso, endiosada, omnipotente. Pero la medicina fue demasiado eficaz para ser perfecta y a la desaparición del tirano volvimos a las antiguas andadas, fruto de la carencia de conceptos sòlidos que nunca, en los treintaiun años, se cultivaron a fondo.

En 1965 se viene a pique la tercera República, en medio de una revuelta civil, con la ocupación yanqui del territorio nacional. En el 1966 se inicia el periodo de los doce, triste recordación. En el 1978 los ocho del PRD que casi nada aportaron y del 1986 de nuevo Balaguer…..PRD. PLD, y entre tanto el pueblo sigue sin conceptos claros ni progresos ostensibles ni tradición política. Sin criterios. La buena fortuna no nos ha favorecido en este aspecto. Estamos casi como al principio de la fundación de la primera República.

El panorama no luce como vaya a cambiar por ahora. Lo que no debe desanimarnos del todo….Quizàs todavía estamos a tiempo…

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