15 septiembre, 2007

CENTROS SOCIALES...

UN SALON DEL CLUB UNION

"La Ciudad de Santo Domingo contaba con tres principales centros sociales: El Club Uniòn, el Casino de la Juventud y el Club de Artesanos e Industriales.

El club Uniòn era el que pretendìa reunir en su seno como socios, a las personas màs distinguidas y de posiciòn econòmica mas holgada, si bien tambièn tenìa, excepcionalmente, figuras que no eran ni ni lo uno ni lo otro. Sus principales actividades consistian en organizar bailes y fiestas entre sus socios, o sea, entre lo que se llamaba "la crema de la sociedad" y reunirse sus miembros ya maduros o viejos a jugar o a conversar en sus salones, pero que sepamos apenas hicieron esfuerzos en pro de la cultura ni trataron de remediar en lo màs mìnimo las necesidades del pueblo. Sòlo por el año 1910, siendo su Presidente el Licenciado Francisco J. Peynado (Don Pancho), se llevaron a cabo concursos literarios y se organizaron Juegos Florates con todo èxito.

Este Club nunca fue visto con simpatìas por el pueblo a causa de sus pretendidos humos de aristocracia y se hizo màs impopular y hasta digno de repudio, cuando a sus bailes solian invitar a los oficiales de fuerzas de ocupaciòn norteamericana a quienes, complacientemente, algunas de nuestras encopetadas damas aceptaban como parejas en los bailes.

El Casino de la Juventud, fundado en el mes de agosto de 1900 , fue algo mas liberal y trascendente en nuestro medio, pues aparte de que hizo algunos esfuerzos por elevar nuestro nivel cultural, no fue tan cerrado como el Club Uniòn.

Podemos afirmar sin caer en errores, como lo ha afirmado el Maestro Manuel de Js. Ravelo que "la cultura musical que poseemos procede del Octeto, la instituciòn màs antigua del paìs, en buena hora surgida para cumplir un bello destino en la Sociedad Dominicana.

El Octeto se prestò siempre a dar mayor lucimiento con sus ejecuciones a los actos culturales, religiosos o de beneficiencia. En 1900, es decir, dos años despues de su fundaciòn fue iniciador de los ciertos religiosos del Jueves Santo, prestò su concurso en la celebraciòn del natalicio de Juan Pablo Duarte, al de Sanchez y al Centenario del nacimiento de Monseñor Meriño.

La tercera de estas soiciedades lo fue el Club de Artesanos e Industriales, fundado el 3 de febrero de 1907 y constituìdo principalmente por gente modesta y trabadora que se dedicaba a determinados oficios o a modestas industrias. Entre sus miembros figuraban muchos moradores del barrio de San Miguel, puede decirse que constituian la aristocracia de dicho sector, no por titulos de ningua especie ni por pretensiones vanas, sino por su modo de vivir decente, dentro de una rìgida moral y el màs elevado concepto del deber.

Para terminar este capìtulo debo decir, que los bailes de esa època estaban revestidos de una gran distinciòn, muy diferentes al estilo de hoy. Entonces las piezas se comprometian de antemano, y para ello la dama estaba provista de una pequeña libretita o carnet al cual iba sujeto, por un fino cordoncillo de seda, un pequeñito lapiz que servia para anotar el nombre de los jovenes que habian de ser su pareja y las piezas musicales que habrian de bailar con cada uno de ellos, esto era un compromiso sagrado, cuya falta de cumplimiento constituìa un desaire si no una ofensa. De igual modo una dama no podìa bailar mas de una pieza seguido con un joven, como no fuera su esposo o su prometido, porque significaba que tenìan amores y hacerlo hubiera sido dar pàbulo a comidillas y comentarios y a que se lo echaran de novio.

A ningùn joven se le ocurrìa brindarle a una dama otra bebida que no fuera champaña, bien un aperitivo o un refresco. El ron era bebida de gente de màs o menos y de borrachones. Los clubes, cual que fuera su categorìa, contaban con una ambigù, o sea una cantina en donde se servian las bebidas.

Cuando se anunciaba un baile, los muchachos solìan de antemano buscar algùn dinero para poder brindarle a su dama, y con tal fin, recurrian hasta a empeñar algùn objeto de su pertenencia a cambio de algunos peso, y menos mal que las bebidas en aquellos tiempos eran baratas.

En aquella atmòsfera en que pudiéramos decir que no existìa el smok fìsico ni el oral que existe hoy, las muchachas no podìan asistir solas a un baile ni a ningùn acto nocturno como no fuera con sus padres, con su hermano o con persona mayor respetable y de confianza de la familia. Proceder de otro modo hubiera sido exponerse a murmuraciones y conjeturas y hasta al descrèdito ante la sociedad."

fuente: Santo Domingo de Ayer, Vida, Costumbres y Acontecimientos.
Autor: Eduardo Matos Diaz.
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