Sea lo que sea, y digan, al dominicano-histórico, le seguirá doliendo y molestando allà dentro, muy adentro de su corazòn, haber perdido por los inevitables azares y vaivenes de la presencia histórica de una España floja, incoherente a veces y fanatizada las màs, toda la banda Oeste de la Isla de Santo Domingo. La friolera de veintisiete mil setecientos cincuenta (27,750) kilómetros cuadrados!
Todo comenzò en en 1626, pocos años después de las devastaciones de Osorio, con “inofensivos” aparcamientos de bucaneros y del tràfico de esclavos importados de Africa. Poco a poco, como quien no quiere la cosa, se fueron pasando a la Española, que a la sazòn por efecto de aquellas entupidas y sangrientas devastaciones ordenadas por la corona, en todo su bando Noroeste, era prácticamente un desierto.
Cuando la España floja, entumecida y descuidada quiso reaccionar era muy tarde. Sòlo, aunque parezca mentira, habìan pasado sesentaicuatro (64) años, pocos, pero decisivos. La simiente de lo que habrìa de ser en muy leve tiempo el pueblo Haitiano, estaba ya muy bien afincada y abonada.
No iba a ser nada fácil desplazarlos, y de cuajo menos! Allá era dueña y Señora Francia, que habìa hecho de Haitì una de sus colonias màs pròsperas de ultramar. Entonces, como otras tantas veces frente a Francia, España claudicó miserablemente. Tal vez su miedo era màs fuerte que cualquier otra consideración sentimental y en 1680 firmó la Paz de Nimega una virtual aceptación de la situación como un hecho consumado.
Diecisiete años después, en 1697 se firmò el tratado de Ryswick, que no fue màs que una formalizaciòn de la claudicación de Nimega. Pasado ochenta años, en el tratado de Aranjuez, en 1777, que aùn rige, ni hablar. No conforme con eso, poco después de 1795, España llega al colmo histórico de cederle a Francia, por el tratado de Basilea, muy empobrecida y casi deshabitada esta parte de la isla que aùn sentía por ella una fervorosa y filial adhesión.
Entonces los “dominicanos” al mando del cotuisano Juan Sánchez Ramirez se lanza a una guerra casi èpica, que se llamò de la Reconquista, para volver mansamente al tutelaje español.
A partir de ahì los hechos històricos se sucedieron encadenados a la fatalidad. España no deseaba ya a su màs vieja colonia de ultramar que le era demasiada gravosa. Y los “dominicanos” se le arrodillaron. Aceptándola a regañadientes, empezó la etapa que se conoce como España Boba.
Dos serias invasiones del Haitì Oeste, su sucedieron. La segunda vendrìa a dar con una ocupación de veintidós años....
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