18 agosto, 2007

¿QUE HACER CUANDO LOS MALOS HACEN COSAS BUENAS?


por Revista 110 Publicado 08/15/2007 Investigación

Pasamos toda nuestra vida eligiendo entre lo bueno y lo malo. Generalmente rechazamos aquello que consideramos incorrecto o se opone a nuestra forma de pensar, en contraposición con lo que elegimos como correcto y catalogamos de bueno. Sin embargo, las cosas no son tan simples, la existencia es demasiado compleja y no permite encasillar las actitudes en renglones maniqueos y opuestos tan fáciles de definir como bueno o malo. Basta que echemos una ojeada a nuestra experiencia como nación para que nos percatemos de esas dificultades. Así, ¿quién duda que Rafael L. Trujillo escribió una página nefasta en la historia dominicana? Nadie, por supuesto. Pero fue precisamente el dictador Trujillo quien unificó el país a partir de los años treinta, acabó con el caudillismo y... ¡pagó la deuda externa!

Una mirada en derredor nos muestra algo semejante. Fidel Castro encabezó una revolución en Cuba y, luego, se adueñó de un poder que ha ejercido durante casi medio siglo. Malo, muy malo. Pero fue precisamente ese tirano quien acabó con el analfabetismo, y no solo eso, sino que ha convertido el pueblo cubano en uno de los conglomerados en el mundo más escolarizados. Precisamente por la actuación de Castro hay millones de cubanos en la migración, dispersos por el mundo entero, pero ¿ha visto usted uno de esos cubanos pidiendo limosna en una esquina? Contradictoriamente, se lo deben al régimen de Fidel Castro.

Un caso más actual es el de Hugo Chávez, a quien muchos miran como un dictador en potencia y califican de demagogo. Sin embargo, Chávez pagó su deuda externa y rompió con las ataduras que los organismos internacionales y los países más desarrollados echan al cuello de nuestras naciones pobres a través de la deuda y los controles que ellas traen aparejados. ¿Malos? Puede ser, pero...

CUANDO LOS BUENOS JUSTIFICAN A LOS MALOS

por Revista 110 Publicado 08/15/2007 Investigación
Sin embargo, nuestros buenos, demócratas probados y siempre listos para echar en cara de los demás sus bondades, no hacen más que hundirnos en la deuda y permitir, a través de ella, que venga el capital extranjero a decirnos lo que debemos hacer. Nuestros buenos se dan golpes en el pecho para probar su desprecio por la ambición de poder que rige a los malos, pero su propia ambición los lleva a negar las convicciones de toda una vida para optar por la reelección a como dé lugar apenas llegan al poder. Buenos que, digámoslo de una vez, mantienen a la República Dominicana como uno de los países del Hemisferio Occidental con menor inversión en educación, a pesar de que es, al mismo tiempo, uno de los países con cargas impositivas de lujo, que ni siquiera se permiten las naciones desarrolladas. No por gusto hay gente que reza para que les presten a alguno de esos malos que al menos se dedican a educar a sus pueblos y tienen voz propia en la política internacional.

Quizás no haya bueno tan cuestionado, por sus acciones, que los Estados Unidos. De hecho, resulta muy difícil explicarse hoy por qué esa poderosísima nación ha justificado con la necedad de sus acciones al gobierno cubano. El sostenimiento de un embargo económico que ha sido rechazado por el mundo entero y ha demostrado ser absolutamente inútil es algo que desde hace mucho llama a suspicacia. Tal parecería que el imperio del norte necesita y auspicia al enemigo antillano que tanto dice adversar y al que, sin embargo, ha dado justificación. No otra cosa ha ocurrido con esas guerras que los buenos del norte desatan a cada rato y cuyas razones económicas son muy difícies de ocultar. Con buenos así...

La historia tiene pruebas muy fehacientes de lo difícil que es clasificar los sucesos en buenos y malos. Por ejemplo, nadie duda que la revolución haitiana fue un hito en la historia de este continente; no obstante, los resultados que ha traído a largo plazo son terribles. De otra parte, muchas de las islas caribeñas ocupadas por Francia e Inglaterra fueron colonias hasta los años setenta del siglo XX. Al no sufrir rupturas violentas en su proceso económico-social poseen hoy un desarrollo y un bienestar superior a aquellas que sí llevaron a cabo procesos independentistas violentos, de los que se enorgullecen como reafirmación de su condición nacional. ¿Y entonces?
En fin, antes de calificar algo como bueno o malo, sería importante detenerse a pensar un poco, ¿o no?
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