13 enero, 2009

EL DR. GUILLERMO MORENO DA EN EL CLAVO...

Ganando tiempo
Guillermo Moreno lunes, 12 de enero de 2009
El presidente Fernández cada cierto tiempo convoca diálogos, encuentros, consultas y seminarios. El entusiasmo inicial ha devenido en apatía pues se trata de espectáculos realizados con fines políticos. En ningún caso el gobierno respeta y ejecuta lo pactado. El último ejemplo fue la consulta popular para la reforma constitucional en la que entre otros se ignoró que el 67% aprobó que la reforma fuera por Asamblea Constituyente.
El principal problema de la anunciada cumbre es el convocante, esto es, el Presidente Fernández quien ni es creíble ni es confiable. Ya muchas veces nos ha engañado.

Uno se pregunta ¿realmente se necesita celebrar una cumbre para definir políticas de apoyo al aparato productivo, especialmente la agropecuaria, con créditos a tasas competitivas y estables, tecnología, soporte técnico, infraestructura y mercados seguros, para darle sostenibilidad al desarrollo nacional?

¿O para que el gobierno aplique una política de austeridad y de ahorro público y rebaje los sueldos de lujo a los altos funcionarios, se elimine el dispendio y gastos no prioritarios?

¿Es necesaria esa cumbre para que el gobierno pueda ejecutar una estrategia de solución al grave problema eléctrico que arrastramos?

¿O para combatir la corrupción que carcome al gobierno y respete la ley de compra y contratación en el Estado y deje de proteger a los que se han robado el patrimonio público como hizo con los indultos del pasado 23 de diciembre?

¿Acaso se necesita de una cumbre para fortalecer nuestras instituciones y no cometer actos como el de la Sun Land y desconocer las facultades de control del Congreso Nacional y doblegar la independencia del poder judicial? ¿Hay que celebrar una cumbre para decidir invertir el 4 % del PBI en educación o para garantizar la salud como un derecho de todos y todas?

¿Se necesita de una cumbre para aplicar la ley de Función Pública y acabar con el clientelismo y eliminar los cientos de secretarios sin cartera y subsecretarios?

¿Se necesita de una cumbre para garantizar la seguridad pública o para someter a la Policía Nacional al control de la ley y de la justicia y fortalecer nuestro precario estado de derechos y libertades o para definir una política de lucha frontal contra el narcotráfico extirpando las complicidades que recibe desde el poder?

¿Se requiere de una cumbre para aplicar una política de control efectivo de la migración ilegal?
Como se puede ver, los problemas del país están muy claramente identificados. Lo que la sociedad aspira es que el presidente Fernández adopte y ejecute políticas de buen gobierno para enfrentarlos.

El presidente Fernández conoce de estos problemas y si convoca la cumbre es para entretenernos mientras gana tiempo en la consolidación de su proyecto personal de continuidad en el poder.

Por esa razón es necesario seguir estimulando el despertar que desde un tiempo acá se viene produciendo en importantes segmentos de la población, que han pasando de la queja individual a formas organizadas de resistencia frente al poder, trabajando por la institucionalidad, por los derechos fundamentales y su ampliación.

Esa resistencia ciudadana es todavía dispersa, inconexa, espontánea, pero crece; cada vez se manifiesta con más frecuencia y más y más sectores dejan su silencio y anonimato y dan la cara y descubren que sólo convertidos en sujeto de sus causas pueden presionar para el buen gobierno.

Ese es el camino que hay que potenciar, articular y desatar: La resistencia ciudadana. Es por esa vía que podremos desplazar a los negociantes de la política que se han apoderado del Estado y manejan el patrimonio público para su propio beneficio.

Solo una ciudadanía identificada en la necesidad de preservar y ampliar sus derechos; movilizada en el barrio, en la comunidad, en los espacios públicos; valiéndose, para la defensa de sus derechos, de todos los medios que permiten las limitadas instituciones del país. Sólo una ciudadanía que se independiza de la tutela de los negociantes de la política; que desarrolla redes solidarias; una ciudadanía que no le haga concesiones al poder en el reclamo y ampliación de sus derechos; sólo una ciudadanía convertida en contrapoder del poder formal puede hacer avanzar el proceso de cambio.

La resistencia ciudadana tiene que ser estructurante de cada sector o territorio; participativa; debe preocuparse por educar y desarrollar una conciencia crítica en la población; debe ser pacífica, y sobre todo, construir puentes entre todos los sectores afectados por este modelo injusto y excluyente y que coincidimos en la necesidad del cambio.

La resistencia ciudadana comienza por cada uno de nosotros, disponiéndonos, en nuestro entorno familiar, amistades, vecindario, laboral o profesional, a contribuir a desarrollar una conciencia crítica sobre la necesidad de cambiar el actual estado de injusticia, corrupción, falta de institucionalidad, negación de derechos; conectando nuestras iniciativas con el torrente de trabajo que muchos otros vienen desarrollando en la búsqueda de producir un cambio en el país.
El momento es para que la ciudadanía asuma su protagonismo y actúe, y por eso debe evitar la entretención de la cumbre y de todos aquellos que se presten a hacerle el juego al Presidente Fernández.
Fuente: Clave Digital

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