CIUDAD DELVATICANO, 23 nov (EFE).-
Sin dejar de defender el celibato sacerdotal, Benedicto XVI afirma en el libro "Luz del mundo", presentado este martes, que si un sacerdote vive con una mujer y desean casarse "lo mejor es que se casen" y abandone el sacerdocio, con lo que demuestra una mayor disponibilidad a conceder dispensas.
"Allí donde un sacerdote viva junto a una mujer se debe examinar si existe una verdadera voluntad matrimonial y si quieren contraer un buen matrimonio. Si es así, se debe tomar ese camino", manifiesta el Papa en el libro-entrevista escrito por Peter Seewald, comentado el caso del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, que vivía con una mujer y tenía hijos.
En caso de que se tratara de "una caída de la moralidad, sin un auténtico vínculo interior" será necesario, señala el Papa, encontrar "caminos de saneamientos para él y ella".
Benedicto XVI agrega que lo importante es que los hijos que puedan tener sean tutelados y puedan vivir en un contexto educativo adecuado.
Según el Papa, el problema de "fondo" es la sinceridad y el respeto hacia el otro y en aras de ello, dice, hay que evitar las "mentiras y la ocultación" de la situación.
Las palabras del Papa, según los observadores vaticanos, demuestran una "mayor disposición" de este Pontificado a conceder las dispensas a los sacerdotes que quieran colgar los hábitos y casarse, tras la rigidez en este campo de Juan Pablo II.
Tras el Concilio Vaticano II, durante el papado de Pablo VI, cientos de sacerdotes en todo el mundo colgaron los hábitos y disminuyeron las vocaciones sacerdotes.
Juan Pablo II aprobó en 1979 una normativa, considerada "muy rígida", y que supuso un freno a la concesión de las dispensa a los sacerdotes.
Ya Juan Pablo II dijo en aquellas fechas que no se podía considerar la dispensa como un "derecho" que la Iglesia católica tenía que reconocer de manera indiscriminada.
Según fuentes eclesiásticas, todos los años llegan al Vaticano 1.200 peticiones de dispensas sacerdotales y se concede una media de 500.
La mayor parte se otorgan a sacerdotes casados por lo civil y a otros a los que los exámenes que se les efectuaron demostraron que nunca debieron ser ordenados.
En el libro, a Benedicto XVI se le pregunta también por la homosexualidad, "que existe también dentro de la Iglesia", y afirma que es incompatible con el sacerdocio, ya que de otra manera el celibato no tendría sentido alguno.
Reitera que los homosexuales no pueden ser sacerdotes, "porque su orientación sexual la distancia de la recta paternidad que define el ser sacerdotes", e insiste en que los candidatos al sacerdocio deben ser elegidos muy cuidadosamente, para evitar que el celibato sacerdotal no sea identificado con la homosexualidad.
Esas palabras han sido duramente criticadas por grupos homosexuales de Italia y otros países europeos.
Aunque reconoce que hay sacerdotes homosexuales, les pide que "por lo menos" no ejerciten "de manera activa" esa inclinación, para permanecer fieles a sus obligaciones.
Juan Lara
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