Por Enrique Colombano (*)
Los caníbales prefieren el cuerpo caliente. Se les cae la baba. Perversos de buenos modales. Racionales. Educados. Cínicos. La muerte de Néstor Kirchner los dejó expuestos. Y tuvieron que guardar la compostura. Se quedaron con hambre un día. O dos. Pero cuando los cientos de miles de personas que se juntaron para despedir al hombre que le devolvió el sentido a la política clamaron por la reelección de Cristina, los caníbales decidieron ir por ella. Con los dientes bien afilados y un sinfín de estupideces y frases malintencionadas que empezaron a desgranar bajo el disfraz de sesudos análisis políticos. Veamos el menú y sus sugerencias. Y tratemos de no indigestarnos:
–"La muerte del Jefe deja a Cristina frente un dilema, porque el kirchnerismo no tiene contenido, se trata de un modelo de construcción y acumulación personal de poder". Palabras más o menos, este disparate fue publicado en un importante diario nacional. Una falsedad por donde se la mire. Porque si hay algo que distingue al kirchnerismo de modelos anteriores es, precisamente, su coherencia. Su política exterior de integración latinoamericana, su postura contra el ALCA, la renegociación y quita de la deuda externa, la salida del Fondo Monetario Internacional y el fin de las relaciones carnales con los Estados Unidos son el correlato de un modelo interno de reactivación productiva y consumo, y de la recuperación del Estado como árbitro de la economía e impulsor de políticas sociales.
–"La muerte del Jefe abre un debate en el peronismo de cara a las próximas elecciones. ¿Por qué no averiguar la posibilidad de una reunificación del peronismo y buscar un candidato consensual?", se pide en una columna. La frutilla de la torta: se menciona como tal el nombre de Carlos Reutemann. ¿Perdón? ¿No era la carta que tenía en la manga el peronismo disidente para intentar derrotar a Kirchner (que dicho sea de paso, lideraba las últimas encuestas)? ¿Y ahora sugieren meterlo por la ventana aduciendo "consenso"? Más que a un análisis, lo dicho suena a una proyección de deseos de algunos vivos que quieren aprovechar el momento. Y seguramente, del autor de la nota.
–"Se corre el peligro de que Cristina usufructúe demagógicamente la pérdida". Esta es otra joya. Resulta que si es Ricardo Alfonsín (un respetable político pero con nula experiencia ejecutiva y, hasta hace poco tiempo, modesta llegada a la gente) el que sube en imagen tras la muerte de su padre es un fenómeno: el fenómeno Alfonsín. Pero si la que crece es la Presidenta de la Nación, entonces es una demagoga.
–"Kirchner era racional, Cristina es emocional". El calificativo dedicado a la Presidenta no es inocente: en nuestra cultura, heredera de la Ilustración, decir eso de un gobernante es, prácticamente, una descalificación. Si recordamos que una revista, tiempo atrás, tildó a Cristina de "bipolar" y sumamos que ella acaba de sufrir una tragedia familiar, no es difícil adivinar cuál va a ser el próximo paso de los caníbales. Hagan sus apuestas, a ver en cuánto tiempo empiezan a difamarla aduciendo una supuesta inestabilidad emocional.
–"Cristina deberá moderar su gobierno para culminar su mandato". Otra proyección de deseos de un autor con veleidades ejecutivas, que retoma lugares comunes propios del gorilismo. ¿Qué significa "moderar su gobierno"? Al peronismo siempre le piden que sea Gandhi, pero le bombardearon la Plaza, lo bajaron con golpes de Estado y le hicieron desaparecer miles de militantes. A los grupos de poder no se los doma con hatha yoga.
–Y la última, un reto para el finado: "Kirchner debería haberse cuidado mejor". Aquí hay que hacer una salvedad: cuando esto lo dice alguien que lo quería, es un cariñoso reclamo que encierra un reconocimiento, un "¿por qué no te cuidaste, que te necesitábamos tanto?" Ahora, qué mal suena al venir de quienes lo odiaban, mientras se los ve levantar sus dedos acusadores señalándolo como un irresponsable, minutos después de conocerse su deceso. ¿O quizás lo dijeron porque también lo precisaban? Para la oposición, Kirchner era un enemigo visible, un ordenador. El pueblo en la calle, en cambio, es peligroso. Si Kirchner hubiera perseguido su beneficio personal seguiría en el mundo de los vivos. Si decidió continuar hasta el fin fue porque, literalmente, puso el pecho para defender este modelo nacional y popular. Los que dan la vida por una causa tienen destino de héroes. Y los héroes persisten en la memoria. El mito, mal que les pese a algunos, va a ser inevitable.
I.M.N.K.
Esta semana el Gobierno nacional retoma su actividad. Sólo con el correr de los días se podrá esbozar un panorama real de la situación. Es cierta una cosa: Cristina perdió no sólo a su compañero de la vida, sino al hombre que se metía en el lodo para tejer acuerdos de gobernabilidad. El que le garantizaba la política para que ella pudiera dedicarse de lleno a su actividad de jefa de Estado. El vacío que deja es enorme. Será la Presidenta la que decida cómo, cuándo y con quién (o quiénes) llenar ese espacio. Para el pueblo, se fue un líder que sacó al país de la crisis, lo puso de pie y ayudó a mantenerlo en esa postura durante los años siguientes a su mandato. Ambos gobiernos, el de Néstor y Cristina, llevaron a cabo medidas que, apenas unos años atrás, sonaban a Argentina año verde. No tiene sentido enumerarlas después de la brillante síntesis que hizo Mempo Giardinelli para Página/12, el día del fallecimiento, y de todo lo que se dijo después. Concuerdo plenamente en que, desde Perón, no hubo quien se animara a ir tan lejos. Sólo agrego una cosa: Néstor Kirchner prometió un camino, lo trazó y lo cumplió en un momento en que era moneda corriente que al pueblo se le mintiera en la cara. Aunque sea sólo por eso, nada más que por eso, todos deberíamos estarle agradecidos.
Foto: Fuente externa
(*) Jefe de Redacción de Noticias Urbanas
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