Haití es la segunda nación más antigua de América y una de las más necesitadas del mundo
Miércoles 13 de enero de 2010 14:13 (actualizado a las 15:01)
FOTO La extrema pobreza domina el paisaje en Haití Foto: Archivo
Por Juan Pablo Bacino De la Redacción de lanacion.com jbacino@lanacion.com.ar
Es el más antiguo de América latina y el segundo del continente americano detrás de Estados Unidos. Haití, una pequeña isla del Caribe que logró su independencia el 1º de enero de 1804 y con una población de casi 10 millones de habitantes, volvió a ver ayer, una vez más, enterrarse sus sueños de dejar atrás un pasado signado por la extrema pobreza y los conflictos sociales que marcaron al país durante sus 206 años de existencia.
En 1794, cuando inició su compleja historia con una población integrada en casi su totalidad por esclavos traídos de Africa, Toussaint Louverture imaginó la creación de un país independiente, dejando atrás la indigencia y la servidumbre. Logró así, una década más tarde, redimir a la población negra y liderar la lucha contra la ocupación francesa de la isla, para convertir a ese territorio en la primera nación en abolir la esclavitud de forma soberana.
Sin embargo, en la actualidad, la realidad parece haberse mantenido durante más de dos siglos, sólo que ahora no se ve en blanco y negro, sino a color.
Tras una serie de persistentes luchas políticas entre negros y mulatos que incluyeron emperadores y gobiernos republicanos, en 1915, los desórdenes raciales derivaron en la intervención de Estados Unidos, instaurándose éste, bajo el régimen del demócrata Woodrow Wilson, como el país de mayor influencia en la isla.
De ahí en más, el país se encaminó en su definitiva debacle económica que lo arrastró en un vaivén de gobiernos y dictaduras, como así también de guerras y crisis económicas, contribuyendo a un empobrecimiento en picada que lo convierte al día de hoy en uno de los países más indigentes del mundo.
Haití es una nación con una economía en ruinas, acosada por los problemas y profundamente dividida entre pobres y ricos, estos últimos una minúscula pero poderosa elite que se rehúsa a resignar algo de poder, como así también a aceptar cambios en el plano social y económico.
En este sentido, si bien las últimas elecciones celebradas a inicios de 2006, fueron un hecho que contribuyó a la estabilidad institucional y política del país, la sociedad haitiana continúa siendo muy polarizada y vulnerable y se encuentra al mando de unos pocos que conviven en el límite. René Préval fue proclamado presidente electo de Haití en febrero de 2006, dos años después de que Jean-Bertrand Aristide (actualmente exiliado en Sudáfrica) se viera obligado a abandonar ese cargo y el país fuera protagonista de una revuelta popular.
En este sentido, si bien las últimas elecciones celebradas a inicios de 2006, fueron un hecho que contribuyó a la estabilidad institucional y política del país, la sociedad haitiana continúa siendo muy polarizada y vulnerable y se encuentra al mando de unos pocos que conviven en el límite. René Préval fue proclamado presidente electo de Haití en febrero de 2006, dos años después de que Jean-Bertrand Aristide (actualmente exiliado en Sudáfrica) se viera obligado a abandonar ese cargo y el país fuera protagonista de una revuelta popular.
Las olas de violencia se repiten cíclicamente, con secuestros, matanzas, torturas y violaciones, alimentadas por las bandas armadas o "gang" ?como suelen llamarse en ese país-. Por un lado, están las que se identifican con el ex presidente Jean-Bertrand Aristide, que crecieron mucho durante el gobierno interino de Gerard Latortue (2004-2006) y suelen ser las más violentas, estando ligadas íntimamente al contrabando y el narcotráfico. Pero, por otra parte, existen las bandas con mayor cercanía al actual presidente René Preval, como así también pequeños grupos armados privados que responden a los intereses de la clase más alta.
En su historia reciente, la isla vivió en carne propia el arribo de diversas misiones. Algunas civiles, otras militares. La última y la más extensa, que permanece en ejercicio actualmente, se trata de la Misión de Paz de las Naciones Unidas (Minustah), la cual sufrió decenas de bajas como consecuencia del trágico sismo. En el marco de esa operación, las tropas argentinas llegaron a Haití en julio de 2004, como parte del esfuerzo internacional para pacificar a ese país, envuelto desde entonces en luchas internas y consumido por la pobreza extrema.
En tanto, además de las penurias que atraviesa Haití a causa de las malas políticas aplicadas, en la historia reciente, la naturaleza se empeñó contra sus tierras, dejando su huella a mediados de 2008 con el paso del huracán Gustav y la tomenta tropical Hanna, respectivamente, fenómenos meteorológicos que dejaron cuantiosos daños materiales y centenares de víctimas a su paso.
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