Unicef no logra convertir sus buenas intenciones en acciones concretas
Las monjas españolas trabajan por su cuenta intentando localizar a familiares
Las monjas españolas trabajan por su cuenta intentando localizar a familiares
Salud Hernández-Mora Puerto Príncipe
La niña mira con cara asustada y ni siquiera la muñeca que le regalan le arranca una sonrisa. Nadie sabe si tiene o no familiares vivos, sólo que la rescataron de algún edificio y llegó herida al cuarto día del terremoto al hospital de campaña de Minustah, la Misión especial de la ONU en Haití.
Cuando conquistaron su confianza, soltó a cuentagotas nombre, apellido y edad, pero ningún otro dato. Incola Maladacalex, de seis años, es una niña "sin contactos".
"No sé siquiera si ella entiende su situación, lo que le pasa, por qué está sola y lo que ocurre", dice el pediatra estadounidense Chris Ped en una tienda de campaña que alberga a medio centenar de heridos, la mayoría adultos.
"No tenemos psicólogos, sólo un psiquiatra que está trabajando como médico, atendiendo urgencias. Necesitaríamos contar con personal local especializado que pueda estar con estos pequeños", agrega Ped. Unas camillas más allá, una bebé con quemaduras y laceraciones, cosida por la cabeza y la espalda, mira fijamente con sus ojazos negros a todo el que pasa sin emitir ni un gemido.
En la hoja de papel donde marcan su tratamiento y condición no aparece ningún nombre. "¿Por qué no se la lleva a su país?", pregunta a la periodista la enferma vecina. Su caso se repite en otros centros médicos y el número está creciendo cada día.
Si no actúan a tiempo los responsables de imponer algún tipo de orden en el caos reinante podría repetirse el espanto del tsunami o de Chad, cuando niños huérfanos o no reclamados a tiempo por su progenitores cayeron en manos de redes criminales. También por esa razón muchos haitianos prefieren que sus pequeños se pongan a salvo y salgan de la isla.
Unicef aún no conoce el número exacto de los que hay en Puerto Príncipe, en Legarde y otras localidades afectadas. Tampoco ha tenido tiempo ni recursos para buscarlos. Lo único que la jefa de Protección de la Infancia, Julie Bergeron, tiene claro es que debe moverse rápido para evitar, por ejemplo, que les saquen del país.
Tres albergues siguen en pie
De momento han reconocido tres albergues temporales de la capital que siguen en pie y que tienen experiencia de tratar menores de edad abandonados para que amplíen su espacio y su personal y acojan hasta setecientos niños. Unicef les apoyará con fondos y material, y los centros designados se comprometerán a protegerlos hasta que decidan su destino.
"Mientras están en los albergues, nosotros tenemos que buscar a sus familiares hasta dar con ellos, pero coordinados con el Gobierno haitiano. No hay un plazo fijado para dar por terminada la búsqueda, cada caso es particular", señala Bergeron. Les fotografiarán y mostrarán sus imágenes por todos los campos de damnificados, los oficiales y los improvisados. Una labor titánica.
Desde Ginebra, el mencionado organismo internacional alertó sobre los riesgos que se ciernen sobre los niños, pero las buenas intenciones no se corresponden con la acciones sobre el terreno. El grupo que debe desarrollar la labor en Puerto Príncipe sólo tiene un coche para moverse por los hospitales y no siempre con el depósito lleno. "Hay que entender la magnitud del terremoto y los problemas logísticos que se presentan. Y el gobierno local apenas puede trabajar", explica Bergeron.
Desde la ciudad suiza también anunciaron que están trabajando con la ONG Save the Children, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la radio de Minustah, pero cuando EL MUNDO.es habló con su director, Walter Mulondi, éste admitió que todavía no han comenzado ni siquiera a emitir. Además, resultó evidente que no tenía proyectado ningún programa al margen de los habituales avisos sobre niños que se pierden y madres que los buscan.
Entretanto, las monjas españolas de la orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul actúan por su cuenta. En cuanto aparece un crío solo en el Hospital de la Paz inician sus pesquisas. "De momento sólo podemos ayudar si el niño habla. Pero aquellos que son muy pequeños se los entregamos a Anke Brigman, una alemana que lleva muchos años en Haití dedicada a ellos", afirma sor Rosa María.
En algunos medios de comunicación de EEUU, distintas voces han difundido mensajes animando a sus compatriotas a adoptar huérfanos del seísmo. Pero hasta que esos niños puedan ser declarados como tales, aún falta un largo camino.
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