El himno que cantará Holanda en la final del Mundial recuerda la rebelión de los Países Bajos contra el imperio español, un episodio histórico mitificado por el nacionalismo catalán
ABEL GRAU - Madrid - 10/07/2010
Momentos antes de comenzar la final del Mundial ante España, Robben, Sneijder y el resto de jugadores de Holanda formarán, mirarán al frente y proclamarán su lealtad al monarca español. Dice su himno, Het Wilhelmus (El Guillermo, en holandés) , que la Oranje siempre ha sido fiel al rey de España. Pero cuidado con ellos, porque esa fidelidad se limita a la primera estrofa, la que se canta en los actos oficiales. Lo bueno viene luego, cuando el texto arremete contra la tiranía del imperio español: "Mi alma se atormenta/ oh noble pueblo fiel/ viendo cómo te afrenta/ el español cruel".
Seguramente muchos de los propios holandeses ignoren que ese voto a la monarquía española se remonta a finales del siglo XVI, cuando Flandes (los actuales Países Bajos y Bélgica) se rebeló contra la superpotencia de la época: la corona española. Era un combate desigual. Un minúsculo territorio dentro del vasto imperio se alzó contra el todopoderoso ejército de Felipe II. Fueron 80 años de combates. Hasta que se deshicieron definitivamente de su yugo en 1648. Entonces, la nueva república holandesa despegó como emporio mundial y vivió su siglo de oro, el de Spinoza, Rembrandt y la hegemonía comercial desde Indonesia a Brasil.
En las húmedas tierras de Flandes, David venció a Goliat. "Fue una revuelta que se convirtió en guerra de independencia en una zona de Europa tan conflictiva como el actual Oriente Próximo, en la que España era la potencia dominante", señala Bernardo García, historiador y asesor de la Fundación Carlos de Amberes, que difunde los vínculos de España con los antiguos territorios de la Corona española en el Benelux. "Era un punto estratégico del continente en el que a España le interesaba mantener un destacamento militar", añade.
Queja contra el duque de Alba
Las causas de la rebelión neerlandesa son complejas. Se mezclan disputas religiosas, políticas y económicas de manera inextricable. Con todo, algunas de las claves del enfrentamiento están registradas en el propio himno holandés, que nació como canción popular a finales del siglo XVI, en plena revuelta. En ella, el príncipe Guillermo de Orange-Nassau (1533-1584), llamado el Taciturno, eleva ante el rey Felipe II una queja formal por los agravios infligidos al pueblo de Flandes por parte de los funcionarios españoles. Sobre todo por el gobernador, el duque de Alba.
Los reproches contra la autoridad imperial van de "la falta de tolerancia con los protestantes a los excesivos impuestos (como la alcabala, ruinoso para el comercio) y la violación de los privilegios de las ciudades, provincias, etc.", señala el historiador Maurits Ebben, profesor de la Universidad de Leiden. Ese sentimiento de agravio fue el que canalizó hábilmente Guillermo de Orange para unir las fuerzas de la nobleza rural, la burguesía urbana, la iglesia y las clases populares contra el imperio.
Hábil propagandista
En esa lucha desempeñó un papel decisivo la destreza propagandística del príncipe. "Demonizó al duque de Alba y concentraron la crítica en su persona y en los militares españoles destacados en Flandes, a los que reflejó como opresores extranjeros para unificar a los habitantes de las 17 provincias en su lucha contra Felipe II", considera Ebben.
Y la verdad es que Alba les facilitó la tarea. Llegó en 1567 para pacificar un territorio envuelto en disputas religiosas pero maniobró con violencia. Sus decisiones militares fueron "destructivas y a veces atroces, incluso según las normas de la época", añade Ebben. Dictó edictos draconianos, condenas a prisión, torturas y sentencias de muerte. Fue, sobre todo, un estratega pésimo, subraya el historiador Ricardo García Cárcel, autor de La leyenda negra: Historia y opinión. Alba abandonó el cargo seis años después, con un Flandes en efervescencia que enfilaba el camino hacia la independencia.
La construcción difamatoria contra el invasor español ya estaba en marcha. Y quizá el imperio se lo ganó a pulso. Por entonces, el nombre Furia Roja no aludía a la valentía de un equipo de futbolistas sino al salvajismo de unas tropas enfurecidas por la falta de sueldo que saquearon Amberes y masacraron a 7.000 ciudadanos.
La población pronto se dio cuenta de que rendirse ante los soldados imperiales no evitaba el saqueo, así que las ciudades empezaron a resistir. Crucial fue la resistencia de Leiden de 1574. Las tropas españolas ya nunca consiguieron adentrarse más en Holanda, la provincia dominante dentro de el Flandes del norte.
Ataque contra el emperador
En una década la revuelta se convirtió en rebelión. El enemigo ya no era el gobernador, sino el propio emperador. En 1580, Guillermo de Orange escribió su Apología, en la que acusó directamente al rey Felipe II de violar su soberanía sobre Flandes al haberse convertido en un tirano. El príncipe fue astuto porque consiguió "convertir su rivalidad contra el rey en una lucha de Flandes contra España", subraya el historiador Raymond Fagel, de la Universidad de Leiden. "En realidad comenzó como una guerra civil", añade, dado que ambos territorios pertenecían a la Corona española.
En el texto "se encuentra una vertiente acusatoria que, sin embargo, nunca aparenta querer ser rupturista con España. El Imperio holandés siempre presumió de no usar espadas sino mercancías", indica el historiador Fernando García de Cortázar, autor de Breve historia de España.
El Siglo de Oro de los Países Bajos
A la Apología le siguió inmediatamente la proclamación de independencia de Flandes, en 1581, que marca el nacimiento del Estado moderno de los Países Bajos. Fue el punto de partida del ascenso neerlandés "Hay un proceso de decadencia y concienciación colectiva en España de la insostenibilidad del mantenimiento de la monarquía española en los Países Bajos", añade García de Cortázar.
La firma del Tratado de Münster, en 1648, tras 80 años de enfrentamientos, no hizo más que confirmar una situación de hecho: que los Países Bajos eran un Estado soberano bajo la casa de Orange y el Gobierno de los Estados Generales.
El auge neerlandés había comenzado décadas antes y llevó a los Países Bajos a convertirse en una potencia comercial, que dominaba las rutas de transporte comercial en Europa y en un emporio que se extendía desde Indonesia hasta Brasil. Sumado al poderío financiero y el crecimiento demográfico, la nueva república (una anomalía en una Europa de monarquías) vivió un siglo de esplendor. Fueron los años de la filosofía de Spinoza, el pensamiento político de Grotius, la pintura de Rembrandt y la astronomía de Huygens. De los que no faltaron los episodios oscuros, como las violentas luchas religiosas y el asesinato de los hermanos De Witt.
La rebelión contra el imperio fue un capítulo decisivo para la historia holandesa, y sigue presente en la memoria colectiva del país. "Especialmente para los holandeses la Guerra de Flandes (la de los Ochenta Años) es muy importante", explica Ebben, "ha sido la Guerra de Independencia del País, el nacimiento del estado precursor del actual y orígen de una nación nueva. Al menos, esta es la interpretación común y popular".
Y el astuto Guillermo, leal a Carlos V y pesadilla de Felipe II, es considerado el prócer fundacional: "Guillermo el Taciturno es para la mayoría de la población neerlandesa el padre de la patria a pesar de que él nunca conceptualizó una patria que comprendía solamente 7 de las 17 provincias neerlandesas", concluye Ebben.
Instrumento de difamación
Con el tiempo, la Apología se convirtió en un texto fundamental contra la imagen del imperio español. España era la potencia hegemónica en el continente en el siglo XVI y sus rivales difundieron la apariencia del imperio como un Estado voraz y retrógrado, dominado por el fanatismo católico y con un ejército salvaje. Es lo que luego se llamaría la leyenda negra de España, algo así como una campaña de difamación a gran escala. Los países competidores exageraban la brutalidad de la corona española. La leyenda negra tiene muchos episodios, como la conquista de América y la Inquisición, y uno de los principales es el gobierno de Felipe II y las campañas en los Países Bajos.
"Es una cuestión parecida al antiamericanismo contra Estados Unidos durante las guerras de Vietnam e Irak", señala el historiador Bernardo García. Se construye una imagen de la superpotencia militarizada, intolerante y opresora que emplea su ejército para imponer su dominio económico. "El problema de España en el siglo XVI es lo que le sucede a cualquier potencia que genera competidores y víctimas", añade García Cárcel. "Al estudiar el antiamericanismo, muchos especialistas estadounidenses toman a España como referente", añade.
Esa imagen negra del imperio español está siendo revisada por diversos historiadores, según García Cárcel. Con todo, al duque de Alba se le sigue representando en la cultura popular de los Países Bajos como un personaje cruel y sediento de sangre. Así figura en cómics, canciones y películas.
Sueño del nacionalismo catalán
En cualquier caso, no son los únicos que emplean aquellos episodios para verse reflejados y aprender de ellos. El caso de la rebelión de Flandes contra el poder opresor español ha sido mitificado por algunos nacionalismos, como el catalán, según advierte el historiador García Cárcel, profesor de historia moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona. "Gracias al fútbol, y sobre todo a la figura de Johan Cruyff, Holanda ha sido para Cataluña uno de sus sueños", considera el autor de Leyenda negra.
Y detalla su afirmación: "En el calidoscopio de referentes que es el nacionalismo, y que van desde la independencia de los países bálticos a la de Portugal en 1640, ocupa un lugar especial el del Holanda", señala del historiador. "Holanda ha sido la representación de un país pequeño con una burguesía capaz de construir una nación y un imperio comercial que va desde las Indias orientales a las occidentales e incluso rivaliza con Portugal".
Estratégicamente ubicada entre Francia, Inglaterra y los territorios alemanes, la pérdida de los Países Bajos supuso un punto de inflexión para el imperio. Algunos historiadores lo llaman "el Vietnam español". Supuso "el final del sueño del imperio europeo", señala el historiador Fernando García de Cortázar.
En cualquier caso, en el partido de la final del Mundial entre España y Holanda, las fuerzas no están tan desequilibradas como en el siglo XVI pero según todas las apuestas La Roja sigue siendo la potencia futbolística a batir. "Va a ser muy difícil para nosotros, ya que el juego de España en el partido con Alemania fue impresionante", concede el historiador Ebben. "Sin embargo, nunca se sabe: un poco de buena fortuna puede ayudar a alcanzar lo imposible. Es como en la Guerra de Flandes, un pequeño país puede hacer grandes cosas". Veremos.
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