Ap
ELMUNDO.es
Actualizado viernes 02/07/2010 18:05
Holanda necesitó 36 años y ocho mundiales para infligir a Brasil una dura derrota, esta vez de remontada por 2-1 en Port Elizabeth, que deja al equipo 'oranje' en semifinales y devuelve a casa a un equipo 'canarinho' que avanzaba en el Mundial de Sudáfrica con paso de favorito. [Narración y estadísticas]
La magia de la dupla Wesley Sneijder y Arjen Robben, y la desgracia de Felipe Melo, que volvió a jugar, puso un impecable pase para el gol de Robinho, pero anotó en meta propia y se fue expulsado a los 77 minutos, resumen el vaivén de un partido, por momentos bronco, por momentos de alto voltaje, que tiene gran historia.
Brasil había eliminado a Holanda en idénticas fases de octavos de final de los Mundiales de Francia'98 y Estados Unidos'94, y hoy los de Bert Van Marwijk se comieron fría la venganza. Con similar actitud, los holandeses se deshicieron de los brasileños en el Mundial de 1974, disputado en Alemania, la misma selección de Johan Cruyff, que recién criticó con dureza el juego de los pupilos de Dunga.
Ni pirotécnico, ni de desbordada técnica. Holanda planteó desde el pitido inicial un juego provocador de constante roce personal que en pocos minutos enseñó un partido cortado por las faltas. Los brasileños entraron en un juego premeditado y perdieron los papeles.
Imagen significativa la de Robinho, a quien se le ha conocido más su blanca sonrisa, pero en una primera oportunidad bramando en el rostro de un rival mientras Nigel de Jong, su ex compañero en el Manchester City, intenta aplacar su ira. La imagen se repetiría en el epílogo del partido, cuando de todo le dijo a Robben, que aguantaba minutos en el piso.
Ese pareció ser el combustible para elevar el juego de quien ahora juega como cedido del equipo inglés en el Santos. A los ocho minutos le fue anulado un gol por posición irregular desde la que partió Daniel Alves para servirle el pase. Pero a los 10 minutos comenzó a tallar su condición de figura del encuentro al recibir libre de marca un pase profundo desde el punto central de la cancha lanzado por Felipe Melo. El balón llegó a la media luna, Robinho avanzó sin custodio a la vista y con pierna derecha y remate seco batió a Maarten Stekelenburg.
Dirk Kuyt tuvo el empate un minuto después pero su disparo al vertical derecho desde la banda opuesta fue desviado al córner por Julio César. A continuación se vio una sucesión de duras fricciones entre piernas azules y naranjas. Por momentos parecía que el árbitro japonés Yuichi Nishimura perdía el control.
Apenas una tarjeta amarilla para Heitinga y Michel Bastos en el primer tiempo, poca muestra para tanta hostilidad que apenas era interrumpida por los destellos de técnica de los brasileños. Pases cortos, rápidos, triangulaciones con la participación activa de Robinho, Luis Fabiano y Kaká, que en el Mundial de Sudáfrica ha dejado de lado el papel de figura para vestir el mono de trabajo.
La jugada más vistosa salió a los 31 minutos. Robinho se deshizo en una baldosa de De Jong y Van der Wiel, dejó también a Heitinga, y cuando caía por el roce, pasó el balón a Luis Fabiano, que de tijera sirvió en el centro del área a Kaká. El del Real Madrid midió la parábola y la despachó hacia la escuadra izquierda a donde voló con acrobacia Stekelenburg para ahogar el grito de gol.
Y más combinaciones acrobáticas a las que se sumaron Daniel Alves y Luis Fabiano, o apariciones fantasmagóricas que pudieron terminar en gol como la de Juan con un remate por encima del horizontal, o la de Maicon que anidó el balón en la red exterior con un potente remate.
Esta jugada que cerró el primer tiempo hizo recordar el cuarto gol de la victoria por 4-1 de Brasil sobre Italia en el Mundial de México'70, en el cierre de ese capítulo glorioso en el estadio Azteca. Hoy Daniel Alves fue Tostao pero Maicon no tuvo la suerte letal de Carlos Alberto.
A los 55 minutos pase de Arjen Robben a Wesley Sneijder, quien despacha desde la derecha el balón con pierna zurda. El centro no parecía complicar, pero en el aire chocaron por falta de comunicación Felipe Melo y Julio César. Tremendo error compartido. Dolor para el portero que poco había sido exigido y nueva decepción para el centrocampista, malquerido por su juego truculento y quien ahora anotaba en propia puerta.
Brasil no fue más el mismo. Sus zagueros quedaron contagiados de una parálisis que tuvo otra nefasta consecuencia 13 minutos después. Córner desde la derecha impulsado por Robben, doble cabeza ante la mirada de los brasileños, primero de Kuyt y después de Sneijder para anidarla en el fondo de la red, establecer la remontada y comenzar a sentenciar el partido que se anunció como una final adelantada.
El Brasil de Dunga, que con tantas críticas de la prensa llegó a territorio sudafricano, pero que iba acallando con resultados las voces de los críticos, cayó sin poder administrar un resultado favorable, en la misma fase que Francia les expidió el boleto de vuelta hace cuatro años, en el Mundial de Alemania.
No hay comentarios:
Publicar un comentario