En los cafetales empieza el despulpe del aromàtico y sabroso grano, al son del canto de los recolectores. Las lluvias se hacen interminables, a veces en las regiones cafetaleras del paìs, acentuàndose el frìo y la humedad al paso de su copiosa caìda, aunque trae sus cuantiosas pèrdidas, lo envuelve todo, con su reciedumbre de encanto y esperanzas.
Lo ligero del clima y los pegajosos ritmos de la galopante de las fiestas navideñas van hacièndose presente en la cada vez màs congestionadas calles y esquinas, el ajetreo, la añoranza, los gastos superfluos, la brisa vespertina, el Sol poniente que agranda su esfera y la dora, los arbolitos de luces chispeantes llena siempre de contagiosa alegrìa el ambiente, y en el momento de ahora toda esa gama de sencillisìmos detalles, por las perspectivas polìticas de paìs se agigantan y le son como un espaldarazo.
Los dias que discurren invitan al regocijo y tambien a la tristeza; la superficialidad, lo vacuo e inùtil por momentos, desde las bellamente decoradas vitrinas de los centros comerciales màs importantes de Santo Domingo, parecen llenarlo y dominarlo todo.
Las cuñas de la radio y la TV, los avisos comerciales, son el grato reto y premio al que màs gaste, al que màs derroche, al que màs tire los "cuartos" por la ventana, el consumismo, hace estragos pavorosos en los bolsillos, en los cuerpos y lo que es peor en los espìritus.
El tiempo de navidad, lo que debìa ser de reencuentro y paz, se convierte en algunos casos en un infierno interior y en una franca batalla campal de ostentaciòn, proselitismo comercial y gastos inùtiles.
Las ùltimas semanas del año estàn envueltas en ese dulzòn y desapasible embrujo contagioso y atormentador, el dominicano, cariñoso, fiestero y tradicionalista, fàcilmente se ve envuelto en esa pegajosa y horripilante maraña de gastos sin poder y compromisos que se acabò. Ahora quien sabe si esa locura y demencia colectiva, es el tropezòn que lleva a muchos a levantar los pies y coger cabeza y no las monsergas y buenos consejos.
El ciclo se cumple invariablemente, con su muy ligeras variantes llena una y otra vez su cometido, pero resulta ser que en la vida todo es asi. Las plantas, los animales, las estrellas, el hombre, como entes supeditados a la existencia que son, estàn circunscritos a ciclos de inmutable repeticiòn. De reiteraciòn contìnua, esa repeticiòn interminable es tan fuerte y tan vital que podemos afirmar que son inseparables a la esencia misma del vivir. Sin el ciclo sobreviene lo estàtico, y con lo estàtico irrumpe como es natural, fria y con saña la muerte.Ser concebidos, nacer, crecer y desarrollarse, reproducirse, enfermarse, sanarse, envejecer y morir, siempre de esa manera todos, bàsicamente igual, la navidad, no es mas que una minùscula parte en la vida del hombre. Lo que hace de bueno o malo en ella es lo que siempre ha hecho.
Diciembre agotarà su jornada, estamos a vuelta de la esquina para finiquitar el 2013 que ha sido un año tristemente inflaccionario, pedregoso y dificil en lo econòmico, turbulento en lo polìtico, inseguro en lo que a la salud se refiere, con mas dominicanos que alimentar y educar debidamente. Con mas exigencias y demandas justas que atender de los sectores mas depauperados y maltratados por esta sociedad flamantemente autodenominada "cristiana"...y asì el cuento de nunca acabar.
El año termina tormentoso. Con una inflación colectiva y caótica...esperemos poder superar este flagelo que atormenta a nuestra clase mas desposeida...ojalà las pròximas navidades sean un bàlsamo, sòlo un bàlsamo que mitigue por momentos tantas amarguras inenarrables en un pueblo trabajador y digno de mejor suerte.....
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