11 diciembre, 2008

2008: PRINCIPIO DEL FIN DEL SUEÑO AMERICANO....

Ya había empezado a sentir las consecuencias de la crisis económica muy temprano. Mientras los medios empezaban a anunciar en sus titulares que el país estaba en recesión en septiembre, yo ya estaba en recesión desde enero, cuando perdí mi trabajo como asistente administrativa en el Empire State Building de Nueva York, piso 64. Por fortuna, para los que estamos trabajando legalmente, existe el auxilio de desempleo, el cual es solo válido si el empleado es despedido por razones de dificultad económica por parte del empleador.

No se puede aspirar a este auxilio si se es despedido por bajo rendimiento, indisciplina o renuncia por voluntad personal. Estamos en diciembre y sigo sin encontrar un trabajo que me ofrezca los beneficios y el salario necesario para cubrir el alto costo de vida de la ciudad, por lo cual, sigo recibiendo mi auxilio de desempleo, 404 dólares a la semana, que no está nada mal, solo que lo iba a recibir por 26 semanas, pero, 'gracias' a la recesión, el gobierno lo ha extendido 20 semanas. En 6 semanas se me acaba por completo este beneficio; cuando esto ocurra, estaré en la misma situación de muchos colombianos profesionales.
A pesar de las adversidades, en el 2008 tuve la oportunidad de conocer, compartir y vivir situaciones únicas como inmigrante colombiana desempleada.

He trabajado 10 años en la gerencia de pequeñas empresas hispanas; hablo inglés y español, y, actualmente, estudio el italiano como tercer idioma. Mi novio, Mattia, es un ingeniero italiano que está en Nueva York cumpliendo con un contrato temporal con una multinacional de su país. Antes de conocerme, lo que sabía de Colombia era lo mismo que saben la mayoría de los europeos: narcotráfico, cocaína, drogas y secuestros. Invité a Mattia por primera vez a Colombia a recibir el año nuevo 2008, una experiencia totalmente nueva para él, ya que nunca había estado en un país tercermundista. Había estado en la zona turística de Egipto y me hizo notar la similitud del sur de Bogotá con las zonas menos favorecidas de Egipto.

Cuando publicó las fotografías de Colombia en su página de Internet para que las vieran sus amigos italianos, el primer comentario fue el esperado: "¿Y qué te fuiste a hacer a Colombia? ¿Cambiaste de trabajo? ¿Ahora te dedicas al narcotráfico?". Este comentario lo hizo uno de sus conocidos que no sabía de nuestra relación en ese entonces. Me di cuenta de que conservamos la imagen que nos ha caracterizado desde los 80. Esto me bajó un poco la moral; sin embargo, yo siempre lo he tomado con mucho humor y me invento alguna sátira para evadir el tema.

A comienzos de marzo, al ver que el mercado laboral no me sonreía, mi novio me invitó a conocer Italia. Un poco ingenuo, me dijo que nos fuéramos para semana santa -para la que faltaban solo 15 días-. "Me encantaría ir a Italia -le dije-, pero yo creo que voy a necesitar una visa".

Un poco sorprendido, me contestó: "¿Visa para qué? No se necesita visa para entrar a Italia". Me tocó, entonces, explicarle las desventajas que tenemos los colombianos por figurar entre los países de alto riesgo. Yo soy residente permanente de los Estados Unidos, pero viajo con pasaporte colombiano hasta que me naturalice. Mi novio entró inmediatamente a las páginas web más importantes y se dio cuenta de que necesitaba hacer miles de papeles para obtener en el consulado italiano en Nueva York una visa de turista. Después de completar el papeleo, para lo cual sus padres me ayudaron, al enviarme una invitación y abrir una cuenta bancaria como garantía para mi estadía en Italia, finalmente, después de tres intentos y muchas, muchas lágrimas, me dieron la visa.

La atención en el consulado italiano no fue muy amable. La espera, junto con árabes, africanos, hindúes, chinos y demás hispanos, fue muy larga y tediosa. Mi novio estaba sorprendido. Como europeo, él puede entrar a casi todos los países sin necesidad de visa y no le cabía en la cabeza que yo tuviera que pasar por todo eso para ir por dos semanas a Italia: solo se hablaba de la competencia por la candidatura demócrata a la presidencia de los Estados Unidos entre Hillary Clinton y Barack Obama.

Al mismo tiempo, se acercaban las elecciones para elegir el primer ministro italiano, que ganó el siempre polémico Silvio Berlusconi, al que tuve oportunidad de ver en persona haciendo campaña en Savona, en los días en que estuve de turista, en la Piazza del Comune. Curiosamente, también pude ver al presidente de Italia, Giorgio Napolitano, que estaba en Florencia en una ceremonia en la que se conmemoraban los 60 años de la Constitución italiana.

Durante el verano seguimos muy de cerca el proceso electoral Obama-McCain. Tratamos de ver todos lo debates intentando sacar conclusiones como 'no votantes'. Al final, Obama se ganó mi corazón cuando planteó la posibilidad de facilitar cobertura médica para todos. Una vez más, Mattia replicaba que no era posible que el seguro médico en los Estados Unidos no fuera gratuito, como lo es en Italia. Pero yo le hacía notar lo costosos que pueden ser los servicios médicos, para que él entendiera la importancia del planteamiento de Obama.

Finalizando el verano, cogimos rumbo a la Florida. Visitamos Miami y Cayo Hueso en plena temporada de huracanes. Por esta época, el dólar se había debilitado con respecto al euro y la gasolina estaba a precios exorbitantes, lo que explicaba en parte la cantidad de turistas europeos en la Florida. Por un momento creímos estar en Italia de nuevo, ya que a donde íbamos escuchábamos solo ítaloparlantes y uno que otro español o francés. Lamentablemente, tuvimos que evacuar Cayo Hueso, ya que había una alerta ante la llegada del huracán 'Fay'.

En septiembre, mi amiga Natalia, de padre italiano y madre colombiana, nacida en Venezuela y creyente judía, se casaba con un judío estadounidense. Era la primera boda judía a la que asistía. Ya había estado en algunas sinagogas ortodoxas de Nueva York, había comido comida 'kosher' y había celebrado algunas fiestas judías con ella. La primera condición consistió en no llevar un vestido muy revelador: nada de hombros destapados o escotes, mucho menos minifaldas o espalda destapada; hombres y mujeres por separado en la sinagoga; durante la recepción, hombres y mujeres también debían estar separados; la comida fue toda 'kosher' y la boda fue cantada casi en su totalidad en hebreo.

Mientras tanto, la crisis económica empeoraba. La bolsa de Nueva York llegó a su punto más bajo y se llevó de paso a compañías de inversión a la bancarrota y dejó a miles de personas desempleadas. En este punto, mis esperanzas de conseguir trabajo disminuían aún más. Los debates de Obama y McCain solo apuntaban a quien tuviese el mejor planteamiento para resolver la crisis que el país estaba viviendo, y que podría empeorar.

Obama fue elegido presidente el 4 de noviembre, un día histórico para los estadounidenses -que ponen todas sus esperanzas en el cambio político y económico que él ha prometido-, sobre todo para la clase media, que es la que se encuentra en una de sus peores crisis y de la cual yo hago parte precisamente.

La situación económica sigue empeorando día a día. La industria automotriz de los Estados Unidos amenaza con irse a la quiebra, el desempleo alcanzó el 6,7 por ciento y, según los expertos, este porcentaje se incrementará, especialmente si no se llega a un acuerdo con el grupo de las 'Big 3', como se llama a las tres grandes compañías automotrices: General Motors, Chrysler y Ford, que están pidiendo un préstamo de 34.000 millones de dólares -que saldrán de los impuestos que pagamos los residentes- para capitalizar sus negocios y evitar así suspender sus operaciones y dejar sin empleo a un sinnúmero de personas no antes visto. Los presidentes de estas compañías cometieron un gran error al desplazarse en jet privado para asistir a la sesión del Congreso que iba a decidir si aprobaba o no el préstamo de la Reserva Federal.

El Congreso consideró esto reprochable e inadmisible y les preguntó durante la sesión que con qué cara iban a pedir un préstamo federal cuando ellos despilfarraban el dinero de la compañía en lujos personales, con lo cual estuve totalmente de acuerdo, pues me resultaba inaceptable prestarles dinero con impuestos que yo pago a unos caballeros que ni conozco, para que viajen en jets privados, mientras todos los demás luchamos para completar lo de los gastos básicos mensuales.

El año 2008 está a punto de acabarse y no se vislumbra una esperanza de mejoramiento económico a corto plazo. La gasolina bajó de precio, la canasta familiar también parece haber bajado de precio, pero los expertos afirman que este es solo un síntoma de una economía débil y en decadencia. En noviembre, 533.000 personas perdieron sus empleos a consecuencia de la recesión, lo que me deja compitiendo con 100 veces más personas por una sola vacante. La gente que tiene su puesto vive con la incertidumbre de si el día de mañana engrosará las listas de desempleados que está generando esta crisis nunca imaginada.

Johanna Paola Guzmán
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