Le han convertido en un héroe y muchos le comparan con Ghandi, con el Che Guevara y hasta con Bin Laden. El acoso al que le someten los poderosos ha hecho que la opinión pública vea a Julian Assange como un Robin Hood bueno que ha hecho temblar los cimientos del Imperio.
Parlamentarios y periodistas americanos han pedido su muerte, el FBI y la Interpol buscan pruebas para acabar con esta oveja descarriada que se ha salido del rebaño. Los países no están dispuestos a consentir que el dueño de Wikileaks siga demostrando las miserias de sus gobernantes.
Su encarcelamiento en Londres por unos supuestos delitos de violación y acoso sexual tiene que ver con el odio que EEUU tiene contra este Robin Hood que ha puesto en jaque al Imperio al desvelar los secretos de su diplomacia internacional. El Gran Hermano americano quiere acusarle de terrorismo por haber sacado a la luz miles de documentos confidenciales, primero de las guerras en Irak y Afganistán, y ahora de cómo el país ejerce su poder.
El Cablegate, con sus 250.000 documentos, ya es el mayor robo de información de la historia americana. Y lo que debería explicar la gran superpotencia es cómo es posible que un simple recluta destinado en Irak –Bradley E. Manning– pudiera tener acceso a miles de documentos del Departamento de Estado. Y cómo pudo llevarse toda esa información en un simple CD de Lady Gaga, como reconoció el propio Manning en un chat.
En lugar de hacer autocrítica por el hazmerreír en que se han convertido sus servicios secretos, EEUU ha iniciado una brutal caza de brujas contra el divulgador de las filtraciones, un australiano de 39 años que se ha convertido en un héroe para millones de ciudadanos. A Assange le han encarcelado, han bloqueado su web Wikileaks con ataques DDoS (Distributed Denial of Service, que son acometidas realizadas contra una web desde miles de ordenadores infectados con un virus informático), le han expulsado de Amazon y de otros servidores, le han cancelado la cuenta de donaciones de dinero que tenía en PayPal, le han congelado fondos en Suiza (al parecer este país guarda el secreto bancario sólo cuando le interesa), Visa y Mastercard le han bloqueado sus tarjetas. Assange cada vez me recuerda más a Will Smith en la película Enemigo Público, cuando es perseguido por el Estado incluso a través de satélites.
A pesar de que sus filtraciones puedan ser motivo de delito por revelar secretos oficiales, Assange ya es un ídolo al que muchos ven cómo la única esperanza de salvar un mundo de falsedades e hipocresías. Sus revelaciones reflejan cómo funciona la diplomacia internacional y el poder de EEUU. Lo intuíamos, pero nos ha confirmado que en todos los países hay soplones, políticos indignos, jueces sobornables y empresarios complacientes. Y que detrás siempre está el gran ojo americano que todo lo ve. Muchas informaciones secretas son obviedades como que la diplomacia norteamericana califica a Zapatero de cortoplacista que sólo piensa en las elecciones, o que Aznar duda del liderazgo de Rajoy en el PP.
Julian Assange ha sabido manejar la información con maestría y ha demostrado un gran conocimiento de los medios de comunicación tradicionales, al buscarse como aliados a cinco de los mayores periódicos del mundo, a los que nadie se atreve a atacar. Él es un internauta nato –de joven ejercía como hacker–, pero es consciente de que la prensa escrita tiene más medios periodísticos para confirmar las noticias y más credibilidad que las webs a la hora de divulgar la información.
En Internet se ha desatado una impresionante campaña en apoyo de Assange. Ya hay 200 webs dispuestas a duplicar los contenidos de Wikileaks en caso de que esta web sea cerrada por las autoridades, se han creado clubes de amigos en Facebook, se han abierto cuentas para conseguir fondos para costear su defensa, se han puesto a la venta en la Red camisetas con su imagen, los internautas están boicoteando sitios como Amazon o PayPal que han dado la espalda a Assange… Se trata de un movimiento imparable, porque incluso Wikileaks ha colgado en la página web piratebay.org una especie de seguro de vida: si algo le ocurre a su fundador, Wikileaks facilitará la clave para abrir el archivo INSURANCE.AES256, una nueva filtración con miles de documentos.
Assange ya es un héroe como Robin Hood porque ha doblegado al Imperio. Y muchos, en nuestro fuero interno, nos alegramos de que David venza a Goliat, porque nos permite reconciliarnos con la humanidad y pensar que el mundo todavía tiene remedio.
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