Por encima de todas las fantasìas que se tejen alrededor de las bellezas del Estado, cualquiera que fuere la ideologìa que lo conforma, resulta ser a la postre el peor enemigo que tiene el hombre-individuo en toda la historia de su vida.
Han habido filòsofos como Leibniz que lo han comparado con el Levithan, o bestia bìblica del Apocalipsis. El hombre se sujeta a el, tal plantea Rousseau, por conveniencia, por un "contrato" tàcito entre todos para poder convivir y no matarnos unos a otros como lobos.
Pero la peor desgracia que le ha podido caer al hombre sobre la tierra son los gobiernos.
Los gobiernos tienen un poder omnímodo. Tanto pueden exaltarte, enriquecerte, encumbrarte al Olimpo de su poderìo y grandeza como pueden hacerte añicos, destruirte, aplastarte, arruinarte, hacerte desaparecer sin dejar rastros, si le dà la gana.
El Estado tiene en su haber una policìa, un ejèrcito, barcos de guerra, aviones, bombas, armas, servicios de espionaje, "hacen" dinero, manipulan las leyes a su antojo, el ciudadano comùn no tiene en absoluto nada de eso, sino solo su desamparo.
Por supuesto que un gobierno democràtico o no, que sea "serio" guarda las apariencias, y no anda atropellando por gusto, pero que se sepa su esencia es la coacciòn, el aire que respira es la represiòn. Aunque sea cruel, y aparezca pesimista, es la realidad.
Es tema de capital interès para todos, sin excepciones, porque todos caemos bajo su fòrmula aplastante pero necesaria, es el Estado.
El Estado es un tutor cruel y benèvolo a la vez. Es un mostruo y una seguridad...Una fiera y una mansa oveja.
Todos son impersonales...Todos blanden el làtigo implacable de la ley el que usan sin piedad pero a discreciòn privilegiando siempre segùn las conveniencias polìticas.
En èpocas remotas no existìa el Estado ni falta que hacìa. Los grupos humanos primitivos, con una economìa simplìsima, con una ligazòn familiar estrechìsima, con una producciòn elementalìsima, en base a la recolecciòn y a la caza, y una aplicaciòn de la justicia al ojo por ojo....no tenìa necesidad de todo ese andamiaje complicado, abusador e hipòcrita, que ahora se impone por necesidad y obligaciòn.
Durante los siglos XVII y XVIII los filòsofos empiristas: Hobbes, Locke, Spinoza, Leibniz, Hume...por sòlo mencionar algunos comenzaron a hacer una disecciòn minuciosa del Estado y en eso anduvieron hasta que los pensadores de la revoluciòn francesa asentaron el precedente que hasta el sol de hoy constituye la zapata de todas las legislaciones de todos los paìses, aunque deba ser dicho de pasada que no se cumple.
El Estado, que ya como hemos dicho desde los tiempos de los filòsofos empiristas se perfilaba como fruto de un Contrato Social, un contrato que nunca se firmò en ningùn protocolo pero que implícitamente cada hombre lo veìa en las claridades de su conveniencia necesario ¿Còmo hacernos ahora sin el?
Todos los intentos de reformar el Estado, de convertirlo en una super-estructura donde prevalezca por sobre todo un nuevo orden, clases sociales perfectamente compenetradas entre sì, o la eliminaciòn de tales clases, y consecuentemente màs justo ha sido la lucha del huevo y la piedra.
El ùltimo intento de transformar la sociedad partiendo de la transformaciòn del Estado, despuès de sostenerse a la mala por muchas dècadas se derrumbò como un castillo de naipes.
Con todo creemos que apesar de su caràcter esencialmente opresivo y represivo los hombres que integran el Estado pueden ser mucho mejores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario